
Antecedentes de la Liga
El papa Julio II al llegar al papado en 1503 comenzó a poner en práctica su plan para devolver la hegemonía a los Estados Pontificios. Su objetivo principal era recuperar las tierras que los Borgia, con el papa Alejandro VI a la cabeza, habían arrebatado a las tierras de la Iglesia.

Formación de la Liga
Una vez derrotada Venecia, el papa al ver que los franceses habían ocupado Milán y Génova, decidió crear esta vez una alianza contra Francia. Sirviéndose una vez más de la sinuosa diplomacia organizó la Liga Santa, en la que se integrarían los Estados Pontificios, Venecia y España. La Liga quedó formalmente constituida el 4 de octubre de 1511; un mes después se adhirió a ella el rey de Inglaterra Enrique VIII, y algo más tarde el emperador Maximiliano y Suiza.
Mientras se gestionaban las negociaciones de la Liga, el papa había realizado por su cuenta acciones de patente hostilidad antifrancesa: a principios de año, él mismo, como capitán de las tropas pontificias, había conquistado Mirandola, plaza aliada de los franceses; por otro lado, había excomulgado y depuesto a Alfonso de Ferrara, esposo de Lucrecia Borgia y simpatizante del rey galo. Luis XII respondió realizando una incursión sobre Bolonia.

A partir de este momento sólo cosecharon derrotas: hubieron de abandonar Milán, perdieron las ciudades de Bolonia, Parma, Reggio y Piacenza, las tropas suizas los vencían en Novara y fuerzas de la Liga les hicieron cruzar los Alpes y aún los acosaron hasta Dijon, mientras los ingleses amenazaban con cruzar el Canal de la Mancha y Maximiliano se disponía a penetrar por su frontera.
El único aliado de Francia era Florencia que ante los acontecimientos, no supo reaccionar a tiempo y la indecisión de su gobierno hizo que la alianza con Francia no desapareciera. Esto llevó a la invasión del país por las tropas de la Liga en agosto de 1512. Con sólo la milicia para defenderse, Florencia cayó enseguida y sin casi resistencia, acabó saqueada por los aliados.
Rodeada y sin aliados, Francia se rindió a finales de año.
Consecuencias
Julio II tuvo oportunidad de agradecer a Fernando el Católico la ayuda prestada para expulsar de Italia a los franceses. La corona de Navarra estaba en 1512 en posesión de Catalina de Foix, casada con Juan III de Albret.
Su identificación con la causa francesa en el enfrentamiento con el pontificado y la alianza que mantuvieron con Luis XII fue una excusa para que Fernando, Regente de Castilla, con el pretexto de que los monarcas navarros fomentaban las doctrinas albigenses, obtuviera del papa una bula, la Pastor Ille Caelestis en que de forma genérica se excomulgaba a los aliados del rey francés, emitida, una vez iniciada la invasión a finales de julio.

Fernando ya lo había invadido en 1512, con antelación a estas bulas, con un ejército castellano al mando de Fadrique Álvarez de Toledo, II duque de Alba, que ocupó el Reino de Navarra en dos meses no exento de resistencias y posteriores intentos de reconquista en el mismo 1512.
En 1515 por acuerdo de las Cortes de Burgos, sin navarros presentes, quedó incorporada a la de Castilla, aunque las contraofensivas militares continuaron durante varios años más. Finalmente, ya con Carlos I, se renunció al territorio de la Baja Navarra, al norte de los Pirineos, por las continuas insurrecciones apoyadas por Francia.
En Italia, el Rey Católico afianzó su poder en Nápoles, aunque las guerras entre España y Francia por la posesión de Italia continuarán en los años siguientes.
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