La Guardia Vikinga varega era la guardia de élite personal de los emperadores bizantinos, de procedencia nórdica (durante los siglos X y XI) tras los acuerdos alcanzados entre el Príncipe Vladímir I de Kiev y Basilio II de Bizancio.
Entre la segunda mitad del siglo IX y la primera del X los vikingos fundaron varias colonias a lo largo del río Volga, desde las que organizaron numerosos ataques contra Constantinopla llegando incluso a saquearla en el año 860.
Un siglo más tarde, en el año 988, el rey Vladimiro I de Kiev, de origen vikingo, se alió con el emperador bizantino Basilio II y, a cambio de la mano de su hermana, le proporcionó un ejército de 6000 hombres.
Basilio, dada su bien fundada desconfianza hacia la cambiante lealtad de sus guardias nativos, y conociendo la profunda lealtad de los varegos, decidió emplearlos como guardia personal.
A esta nueva fuerza se la conoció como la Guardia Varega (Gr. Tagma ton Varangion, Τάγμα των Βαραγγίων) Con un hacha de doble filo, como arma principal (años después se adaptaron a la espada), su cometido era lucir uniformes y armas en ceremonias y festejos, además colaborar en la protección de la familia imperial, para luego ser el principal y más importante cuerpo con esta labor.
Características
El núcleo fundacional de la guardia estaba formado por vikingos varegos, también llamados 'rus', aunque con el tiempo se incluyó en ella a sajones, daneses y a otros hombres procedentes del norte.
La fuerza la integraban unos 6000 hombres entre los mejores pagados del ejército bizantino y existió durante 300 años.
El más renombrado de todos sus comandantes fue Harald III quien conquistó para los bizantinos territorios de África, Asia Menor y Bulgaria, además de Lombardía y Sicilia.
Posteriormente este comandante regresó a Noruega y se convirtió en Harald Haardrade quien murió tratando de conquistar Inglaterra, en la batalla de Stamford Bridge, con esa derrota terminó prácticamente la Era Vikinga.
Los mercenarios varegos, aparte de proteger al emperador, solían acompañarlo en la guerra.
Tenían fama de hombres hábiles y de grandes recursos, excelentes luchadores y, sobre todo, muy leales.
Los historiadores bizantinos (especialmente Miguel Psellos) los mencionan como «los portadores de hacha».
Entre la segunda mitad del siglo IX y la primera del X los vikingos fundaron varias colonias a lo largo del río Volga, desde las que organizaron numerosos ataques contra Constantinopla llegando incluso a saquearla en el año 860.
Un siglo más tarde, en el año 988, el rey Vladimiro I de Kiev, de origen vikingo, se alió con el emperador bizantino Basilio II y, a cambio de la mano de su hermana, le proporcionó un ejército de 6000 hombres.
Basilio, dada su bien fundada desconfianza hacia la cambiante lealtad de sus guardias nativos, y conociendo la profunda lealtad de los varegos, decidió emplearlos como guardia personal.
A esta nueva fuerza se la conoció como la Guardia Varega (Gr. Tagma ton Varangion, Τάγμα των Βαραγγίων) Con un hacha de doble filo, como arma principal (años después se adaptaron a la espada), su cometido era lucir uniformes y armas en ceremonias y festejos, además colaborar en la protección de la familia imperial, para luego ser el principal y más importante cuerpo con esta labor.
Características
El núcleo fundacional de la guardia estaba formado por vikingos varegos, también llamados 'rus', aunque con el tiempo se incluyó en ella a sajones, daneses y a otros hombres procedentes del norte.
La fuerza la integraban unos 6000 hombres entre los mejores pagados del ejército bizantino y existió durante 300 años.
El más renombrado de todos sus comandantes fue Harald III quien conquistó para los bizantinos territorios de África, Asia Menor y Bulgaria, además de Lombardía y Sicilia.
Posteriormente este comandante regresó a Noruega y se convirtió en Harald Haardrade quien murió tratando de conquistar Inglaterra, en la batalla de Stamford Bridge, con esa derrota terminó prácticamente la Era Vikinga.
Los mercenarios varegos, aparte de proteger al emperador, solían acompañarlo en la guerra.
Tenían fama de hombres hábiles y de grandes recursos, excelentes luchadores y, sobre todo, muy leales.
Los historiadores bizantinos (especialmente Miguel Psellos) los mencionan como «los portadores de hacha».
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