Calígula el dios
En 40, Calígula implementó una serie de políticas muy controvertidas que hicieron de la religión un importante elemento de su papel político.
El emperador comenzó a realizar sus apariciones públicas vestido de dios y semidiós, como Hércules, Mercurio, Venus y Apolo.
Se refería a sí mismo como un dios cuando comparecía ante los senadores, y en ocasiones aparecía en los documentos públicos con el nombre de Júpiter.
Se erigió tres templos a sí mismo; dos en Roma y uno en Mileto, en la provincia de Asia.
En el Foro, el Templo de Cástor y Pólux fue vinculado directamente a la residencia imperial en el Palatino y dedicado a Calígula. Fue por esta época cuando empezó a aparecer como un dios ante la plebe.
La política religiosa de Calígula rompía totalmente con la de sus predecesores. Según Dion Casio, los emperadores vivos podían ser adorados en el Este, mientras que los emperadores muertos lo podían ser en Roma.
Augusto incluso escribió una obra acerca de su espíritu, aunque Dión considera este acto como una medida extrema que los emperadores preferían eludir. Calígula fue mucho más allá al obligar al Senado y al pueblo a rendirle culto en vida
Escandalos
Las fuentes supervivientes ofrecen un importante número de historias acerca de Calígula que ilustran su crueldad y su demencia.
Las fuentes contemporáneas, Filón de Alejandría y Séneca el Joven, describen al emperador como un demente irascible, caprichoso, derrochador y enfermo sexual. Se le acusaba de alardear de acostarse con las mujeres de sus súbditos, de matar por pura diversión, de provocar una hambruna al gastar demasiado dinero en la construcción de su puente, y de querer erigir una estatua de sí mismo en el Templo de Jerusalén con el objeto de ser adorado por todos.
Fuentes posteriores, entre las que destacan Suetonio y Dion Casio, escribieron relatos que no hacen sino repetir los hechos relatados por autores anteriores y añadir nuevas historias de locura. Se acusó a Calígula de mantener relaciones incestuosas con sus hermanas; Agripina la Menor, Drusilla y Julia Livilla. También se dijo que las obligó a prostituirse.
Además, estos historiadores le acusan de enviar a algunas tropas a efectuar ejercicios militares absurdos, y de convertir el palacio en un burdel. Probablemente la historia más famosa es la que cuenta que el emperador quiso nombrar a su caballo, Incitato, cónsul y sacerdote.
La validez de estas fuentes es cuestionable pues, en la cultura política romana, la demencia y la perversión sexual iban de la mano en las crónicas que describían a los malos gobernantes
El Caballo de Caligula
Incitatus fue el caballo preferido de Calígula. Se trataba de un caballo de carreras que había nacido en Hispania, de donde en esa época se importaban a Roma cerca de 10000 equinos cada año.
La devoción de Calígula por su caballo llegaba a extremos ridículos. En un primer momento mandó construirle una caballeriza de mármol con pesebres de marfil para su uso exclusivo, pero pronto llegó a darle toda una villa con jardines y 18 sirvientes para su cuidado personal.
Dormía con mantas de color púrpura (el tinte más caro en la Antigua Roma, reservado a la familia imperial) y llevaba collares de piedras preciosas. Posteriormente, Calígula otorgó a Incitatus el título de Cónsul de Bitinia.
Este hecho ha sido tradicionalmente interpretado como fruto de la demencia del emperador, pero lo cierto es que la actitud servilista y pusilánime de los senadores del reinado de Calígula bien pudiera haber influido en dicho nombramiento, volviéndolo un hecho irónico que denotaría el sarcástico desprecio de Calígula hacia las instituciones públicas del Imperio.
Como caballo de carreras que era, Incitatus participaba en las competiciones celebradas en el hipódromo de Roma.
La noche anterior a una competición, el emperador dormía junto al animal y se decretaba un silencio general que nadie podía violar en toda la ciudad bajo pena de muerte, con el fin de que el caballo descansase correctamente.
Al parecer, Incitatus sólo perdió una carrera en su vida, tras la cual Calígula ordenó al verdugo que matase lentamente al auriga para asegurarse de que sufriera.
Un auriga era un esclavo que debía conducir la biga, vehículo ligero tirado por dos caballos, que era el medio de transporte de algunos romanos, principalmente de los comandantes militares; al estar en sus manos la seguridad de su amo era seleccionado cuidadosamente entre esclavos dignos de confianza.
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