Es la incorporación de pueblos a la civilización de la Roma clásica en todos los aspectos. Y recíprocamente la asimilación por ellos de esa civilización de la Roma clásica. El hecho de que los romanos no vinieran a traer la civilización, sino a imponer su dominio y su explotación en beneficio de Roma y en particular de los ocupantes romanos que venían a hacer su carrera política (el cursus honorum) y a enriquecerse, no impidió que se produjese de hecho también la llegada y la asimilación de la civilización clásica.
Todos los pueblos de Hispania se romanizaron al final y en todos los aspectos. Por ejemplo en el idioma. Los pueblos de Hispania, no sólo aprendieron el latín, sino que lo hicieron su idioma propio e incluso olvidaron el suyo prerromano, excepto los vascones, que mantuvieron y desarrollaron el vasco junto al latín y el navarro romance, su derivación posterior.
Idiomas como el tartesio, el ibero, el celta, el fenicio..., todos desaparecieron, algunos de ellos, de pueblos mucho más cultos que los vascones.
Fases de la romanización: En una primera fase, los pueblos de Hispania son sujeto pasivo de romanización: son conquistados o integrados militar y políticamente, organizados, explotados, reciben el idioma y la cultura de Roma, y a través de Roma, la de Grecia.
Muchos de esos pueblos prerromanos de Hispania ya habían recibido en diversos grados la civilización griega y la púnica de fenicios y cartagineses. En la segunda fase de la Hispania romana, los pueblos hispanos romanizados son sujetos activos y creadores de cultura y civilización en el mundo romano: aportan literatos, artistas, filósofos, científicos y técnicos, políticos. Sus productos son básicos en la economía y compiten con ventaja con los de Italia. Hispania, España, surge ahora como unidad cultural y política durante la época romana, que dura siete siglos (218 a. J. C. - 476 d. J. C).
El Estado es el romano. Hispania está integrada en él como un conjunto plural de provincias. Ese mismo conjunto y con el mismo nombre de Hispania, España, siempre ya, tendrá un Estado propio con la monarquía visigoda: el reino de España (Hispania).
La religión romana superpuesta a las prerromanas va dando paso a la religión cristiana desde la época romana a la visigoda. El origen de Europa se produce por la integración de los tres elementos: la civilización clásica grecolatina, su cristianización y la entrada de los pueblos bárbaros en la civilización clásica cristianizada.
El comienzo de este origen de Europa es durante el Imperio romano y la culminación de esta génesis de Europa es en la Edad Media. Así también se va produciendo la génesis de España como uno de los conjuntos de reinos que constituyen la originaria y genuina Europa, los reinos de la Cristiandad: al irse integrando los pueblos prerromanos hispanos en la civilización clásica con la romanización que inicia el origen de Hispania, España, su cristianización, que culmina este origen, y la entrada e integración en ella de los invasores que se cristianizan. (Atlas Histórico Santillana)
La predicación de san Pablo en España parece que fue el año 65 y está anunciada en su Epístola a los Romanos (15, 24 y 28). Está documentada también en Clemente Romano, en el Códice Muratoriano y en el escolio editado por Mattei (JB. Weiss, III, 770) La romanidad cristianizada de los pueblos de España (Hispania), que la enraíza en la Europa de la Cristiandad, está triplemente potenciada por la militancia y combatividad de España en su defensa en la Reconquista, en la resistencia frente al Imperio Islámico turco y frente a la revolución protestante, mientras la extendía por las Indias de América, Asia, África y Oceanía.
Asentamientos romanos
Aunque la influencia romana tuvo gran repercusión en las ciudades ya existentes en la península, los mayores esfuerzos urbanísticos se centraron en las ciudades de nueva construcción, como Tarraco (la actual Tarragona), Emerita Augusta (hoy Mérida) o Itálica (en el actual Santiponce, cerca a Sevilla).
Los municipios romanos o colonias se concebían como imágenes de la capital en miniatura. La ejecución de lo edificios públicos corría a cargo de los curatores operatum o eran regentados directamente por los supremos magistrados municipales.
Para emprender cualquier obra a cargo de los fondos públicos era necesario contar con la autorización del emperador. El patriotismo local impulsaba a las ciudades a rivalizar para ver cuál construía más y mejor, animando a los vecinos más pudientes de los municipios. La sed de gloria hacía que sus nombres pasasen a la posteridad asociados a los grandes monumentos.
Las obras públicas acometidas con fondos particulares no estaban sometidas al requerimiento de la autorización del emperador. Los urbanistas decidían el espacio necesario para las casas, plazas y templos estudiando el volumen de agua necesario y el número y anchura de las calles. En la construcción de la ciudad colaboraban soldados, campesinos y sobre todo prisioneros de guerra y esclavos propiedad del estado o de los grandes hombres de negocios
Extraido en http://recursos.pnte.cfnavarra.es/
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