La tribu de los Cocomes

El de los cocomes fue un pueblo maya del periodo Posclásico mesoamericano. En realidad, el grupo Cocom era una rama que se separó del pueblo Itzá, después de la rivalidad mantenida con los tutul xiúes y que les llevó a retirarse de la ciudad de Chakán Putum (Champotón), para vagar más tarde por la selva de la Península de Yucatán durante 40 años.

A esta peregrinación se le llama peregrinación de Xulucmul, de la que se dice que: "vivían bajo los árboles, bajo la ceniza y bajo la miseria", para regresar de nuevo a Chichén Itzá y poner fin al periplo peregrino. Fue en ese momento de la historia en el que un grupo de los itzaes decidieron separarse y fundar Mayapán. A partir de ahí, a este grupo se les conoce como los cocomes.

El idioma de los cocomes, al igual que la de sus ascendentes, es el maya. Pertenece al tronco proto-maya, a la rama yukateco del grupo yukateko. En su idioma, cocomes quiere decir "los del linaje de la paloma torcaz". Este grupo indígena fue uno de los tres integrantes de la llamada Liga de Mayapán, fundada entre los años 987-1.007 junto a los itzaes y los tutul xiúes, que ocuparon y dominaron la Península de Yucatán hasta su disolución, a mediados del siglo XV.

El sitio arqueológico de la ciudad de Mayapán, que como anteriormente menciono pertenece al periodo Posclásico Tardío, se localiza al sur del actual estado de Yucatán, México, a unos 40 kilómetros de la capital del estado, Mérida. La ciudad que fundaran los cocomes llegó a tener por aquel entonces una población que rondaba los 12.000 habitantes. El pueblo o grupo Cocom es reconocido por los expertos como los portadores de la llamada cultura maya-tolteca.

Las disputas por el control de la confederación, que tenía su cede en la capital de los cocomes, terminaron con la derrota de los itzaes, que nuevamente abandonaron su capital, Chichén Itzá, y se establecieron en el Petén guatemalteco, donde fundaron la ciudad de Tayasal.

Cuenta la historia que en estas disputas por el control, entre los años 1.175 y 1.185, existio un protagonista llamado Hunac Ceel, que después de haber sido arrojado al cenote sagrado de Chichén Itzá y sobrevivir a él milagrosamente fue proclamado Halach Uinik, les declaró la guerra a los itzaes y los venció, provocando su huida hacia el sur.

Esto ocurría a finales del siglo XIII y a partir de esa fecha el grupo Cocom se convirtió en el dominante de la liga que llevaba el nombre de su capital, la Liga Mayapán.

Sin embargo, esta hegemonía levantó recelos y una fuerte oposición por parte de los habitantes de otros reinos mayas de la península, lo que precipitó su disolución, allá por el año 1.440, cuando los cocomes abandonaron Mayapán y se establecieron en Sotuta.

En este pasaje histórico de rivalidad entre los cocomes y los tutul xiúes de Uxmal, queda reseñado que para mantener el poder, el grupo Cocom recibió ayuda por parte de los mercenarios de Ah Canul, pero aún así, entre 1.441 y 1.461, el ataque dirigido por Ah Xupan Xiu dio fin a todos los miembros de la familia real. A todos menos a uno de los hijos, que se encontraba en Honduras durante los acontecimientos, fue el que regresó y fundó la ciudad de Tibolón, que en maya significa "juzgados fuimos", era el comienzo de la federación de Sotuta.

Los cocomes son considerados como una de las tribus mayas más aguerridas, de los que más oposición presentaron a los españoles en la conquista. La llama de la antigua rivalidad con los tutul xiúes no se apagó con la entrada en escena de los protagonistas españoles, tanto fue así que, en 1.535, cuando estos se retiraron de la Península de Yucatán por un periodo de cinco años, nuevamente comenzaron los enfrentamientos entre ambos grupos.

En este episodio era Nachi Cocom quien dirigía a los cocomes de Sotuta, el que venció a Ah Dzum, consumando de esta manera la venganza sobre los tutul xiúes de Maní.

Fuente(s): centzuntli.blogspot.com
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Historia de la civilización Pijao

Historia de la civilización Pijao
A la llegada de los españoles los pijaos se encontraban divididos en dos federaciones, una en los llanos del alto Magdalena que agrupaba a Coyaima, Natagaima, Guauro y Tamagale y otra en las sierras andinas que agrupaba a las comunidades de la Cordillera Central.​ La «pacificación» de esta federación de cacicazgos tomó alrededor de ochenta años, en las llamadas «guerras pijaos», y se logró con el genocidio de sus varones y la conversión al catolicismo y mestizaje forzado de sus mujeres esclavizadas.

Las guerras con estas gentes ocurrieron por los derechos sobre los ríos Magdalena, Amoya, Saldaña, Quimbaya y Cauca de Colombia. En Colombia estas etnias consideraron la Estrella fluvial colombiana como un Hito o Guaca en este Macizo Colombiano se encuentra el Parque Arqueológico de San Agustín. El hecho significativo para estas etnias era que en este lugar tienen origen el Río Magdalena y su afluente el Río Cauca, varios afluentes del Río Orinoco, como afluentes del Río Amazonas contando con nacimientos para el Río Caquetá, y nace en esta cordillera el Río Patía que tiene como afluente el Río San Juan y que llevan sus aguas al Océano Pacífico.

Como sus resguardos fueron disueltos durante el siglo XIX, los pijaos iniciaron la recuperación de su territorio, bajo el liderazgo del Quintín Lame que en 1914 dirigió un levantamiento indígena en el Cauca y quiso extenderlo al Huila, Tolima y Valle. Se le acusó de construir una república de los indígenas, y fue arrestado.

Manuel Quintín Lame fue conducido a la cárcel de Ortega, donde fue sometido a torturas y malos tratos durante los dos años de su permanencia en prisión. En agosto de 1921, Lame fue liberado y se integró al movimiento pijao en el Tolima. En 1924 redactó su libro: El pensamiento del indio que se educó en las selvas colombianas.

Su lucha por la tierra pijao obtuvo frutos en 1938, cuando se decretó la restitución de los resguardos pijaos de Ortega y Chaparral. Sin embargo, la violencia contra los indígenas se agudizó a partir de 1945, culminando con el despojo de casi la totalidad de sus tierras, la desintegración social y cultural, la migración y los desplazamientos masivos de la población indígena. Desde entonces se encuentran pijaos en varias regiones lejanas a su origen, como Mesetas Meta. También por causa del conflicto armado colombiano, a partir de 1964, migraron comunidades de pijaos como la de Yaguará que se trasladó a la selva en los límites de Caquetá y Guaviare.

Estos y otros pueblos prehispánicos encontraban sagrados y mágicos muchos elementos naturales: astros, eventos meteorológicos, fuentes de agua, seres vivos, vegetales, minerales y su propia existencia, practicaban una forma de animismo en donde todo forma parte una sola unidad divina (monoteísmo primitivo).

Pensaban que las acciones del hombre afectaban esta unidad divina y para mantener tan delicado equilibrio realizaban variadas formas rituales. Hacían representaciones o ídolos en oro, cerámica o troncos de madera de estos elementos mágicos que adornaban con dardos o lanzas, les pintaban de distintos colores y procuraban que fueran propicios con ofrendas de distintos elementos desde: sangre humana hasta bebidas de chicha de diferentes ingredientes. Sus ceremonias sagradas eran precedidas del ayuno de sus sacerdotes, a los que llamaban mohanes.

Las ideas de Quintín Lame renacieron a la sombra de la Asociación de Usuarios Campesinos, ANUC, pero sólo florecieron con la consolidación del Consejo Regional Indígena del Tolima, CRIT, durante el Primer Congreso Indígena del Tolima, en 1982. El nuevo movimiento, si bien no ha logrado recuperar sino el por ciento de los Resguardos coloniales, sí ha podido lograr que el estado reconozca setenta Resguardos pequeños en 17 municipios, que son la base territorial de los programas de gobierno autónomo, empresa de salud, cultura y educación propia.

En el departamento del Huila viven en el resguardo del desierto de la Tatacoa en el municipio de villavieja y los de Caquetá habitan en el municipio de San Vicente del Caguán en los resguardos de Llanos de Yarí y Yaguara II. Sin embargo, durante los últimos años nuevos desplazamientos forzados por la violencia han ocurrido y existe en Bogotá un cabildo de los pijaos desplazados.

El idioma pijao está muy mal documentado, y se conoce solo un puñado de palabras. El idioma está extinto desde los años cincuenta.​ Gran parte de nuestra información sobre ella procede de Fray Pedro Simón y otros cronistas españoles y de "listas de vocabulario" recogidas en 1943 en el municipio de Ortega por Alicia y Gerardo Reichel-Dolmatoff, así como por Roberto Pineda Giraldo y Milcíades Chaves.​ Según Simón, los panches hablaban el mismo idioma que los pijaos.​

El idioma pijao fue incluido dentro de la familia lingüística caribe por Paul Rivet,24​26​ sin embargo, el examen del escaso vocabulario conocido permite rechazar que la lengua de los pijao fuera caribe.​ La evidencia lingüística no permite hasta el momento establecer parentescos filogenéticos, pues es insuficiente. El idioma pijao permanece sin clasificar o es caracterizado como lengua aislada

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Civilización y cultura Arawak

El arawak es el nombre genérico dado a varios pueblos indígenas que se encontraban asentados en las Antillas y la región circuncaribe a la llegada de los españoles en el siglo XV. El nombre también se ha aplicado posteriormente a numerosas etnias que hablan o hablaban lenguas de la familia arawak. 

A la llegada de los Conquistadores españoles los taínos estaban sufriendo la invasión de sus territorios y la esclavización de sus mujeres y niños por parte de los caribes quienes Canibalizaban a los varones adultos, por el sur de América otras parcialidades arawak como la de los "Chane" sufrían un proceso similar a manos de etnias como la de los ava, dando lugar por forzada mixogénesis a la población llamada "chiriguana".

En líneas generales (especialmente en las Antillas) la llegada de los españoles implicó un agravamiento de la situación para los arahuacos (tal cual lo describiera Bartolomé de las Casas), a punto tal que por las enfermedades traídas de España y las feroces condiciones de esclavización a las que fueron sometidos, la población prácticamente desapareció en algunas regiones del Caribe, aunque en otros lugares se dio un fuerte proceso de mestizaje.

La población arawaca de las Antillas disminuyó y a finales de siglo se había extinguido. Esta catastrófica tasa de mortalidad se debió a la llegada de enfermedades europeas (a las que los arawacos no eran inmunes), y a la desaparición de sus fuentes de alimentación, entre otras causas históricas.

Antes de la conquista española, los sistemas ecológicos de las grandes islas, con sus copiosas cosechas y abundancia de peces, junto con las poblaciones compactas y estables, favorecieron el desarrollo de una evolucionada estructura política y social. Una casta de jefes hereditarios gobernaba a otras tres castas, la más baja de las cuales estaba formada por esclavos. Los conflictos entre las castas parece ser que eran mínimos.

En esta sociedad matrilineal (en la que la sucesión se establece por línea materna). La religión presentaba una jerarquía de deidades paralela a la estructura social.

Los grupos arahuacos de Sudamérica resistieron mejor el contacto europeo debido a que sus grupos eran más pequeños y estaban más dispersos. Su estructura social también era matrilineal, pero mucho menos compleja. Los arawacos de tierra firme comerciaban con los holandeses y los ingleses.

Durante los siglos XVII y XVIII evolucionaron hacia una agricultura de plantaciones. pero lo que mas llamaba la atención de los arawak es que hacían orgias y pallaringas incansablemente.

En el transcurso del siglo XX, los arawacos comenzaron a aceptar trabajos asalariados para suplir los escasos beneficios de la agricultura, la caza y la pesca.

Aunque su cultura actual refleja diversas influencias externas, este grupo se ha distinguido desde la época prehispánica por su destreza en la alfarería (véase Cerámica), los tejidos, la talla en madera y los metales.

En la actualidad viven unos 30.000 arawacos en Guyana y poblaciones menores en Surinam y en la Guayana Francesa. Otros grupos de habla arawaca se hallan dispersos por diversas partes de Sudaméricá. no hay información.

Fuente(s): culturacolombiana.ws.com
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Historia de la civilización Huarpe

Los Huarpes celebran cada 24 de junio el nacimiento de un nuevo año, como muchos pueblos aborígenes.

Es el momento en que el solsticio de invierno marca el comienzo de un nuevo ciclo de la naturaleza.

Los Huarpes habitaron lo que hoy se denomina como región de Cuyo (provincias de Mendoza, San Juan y San Luis) desde el siglo III, desde el río Jáchal, en San Juan, hasta el río Diamante, en Mendoza.


Se cree que a mediados del siglo XVI eran unos 100 mil. Se dividieron en tres etnias, según su distribución geográfica:
  • Los Huarpes Milcayac - En lo que hoy es Mendoza.
  • Los Huarpes Allentiac - En San Juan.
  • Los Huarpes puntanos - En San Luis.

Sometidos por los incas en la época de su máxima expansión (siglo XV), los huarpes adoptaron muchas de sus costumbres: la vestimenta y los cultivos del maíz y la quinoa, por ejemplo, pero mantuvieron prácticas muy arraigadas como la caza y la pesca.

Para pescar, utilizaban balsas hechas de totora atadas en paquetes que unian a otros muy similares a las usadas actualmente en el lago Titicaca en Bolivia. Estas embarcaciones eran impulsadas con una pértiga.

El método huarpe para cazar era "por cansancio". Seguian al animal, por lo general guanacos o ñandues) trotando durante dos o tres días al cabo de los cuales el animal, agotado, no podía avitar su captura.

Los huarpes vivían en los valles cercanos a los ríos. Eran agricultores, sembraban maíz, quínoa, zapallo y calabaza. Aprovechaban para cultivar el agua de los ríos de montaña, formados por el deshielo del verano. Conocían los lugares más adecuados para sembrar y las épocas de siembra y de recolección.

El algarrobo era el árbol que les proporcionaba el alimento más importante de su dieta. Con sus semillas molidas hacían harina para fabricar el patay o "pan indio" y también una bebida alcohólica: la "aloja".

Entotorar: Se destacaron en esta industria. Eran tejedores de fibras vegetales (totora). Confeccionaban cestos o canastas de diferentes formas y tamaños, especialmente para uso doméstico. Estos eran adornados con lanas de diversos colores.

Alfarería: Trabajaban la cerámica fina y fabricaban vasijas y cacharos a los cuales pintaban con figuras casi siempre de formas geométricas.

Religión: Los Huarpes son politeístas. Creen en una divinidad central llamada Hunuc Huar (Dios de la Montaña), pero también adoran al Sol, la Luna y los ríos. Al morir, aún son colocados en sus tumbas con la cabeza dirigida hacia los Andes, donde mora Hunuc Huar.

Fuente(s): argentour.com
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El asedio de Amberes de 1585


El asedio de Amberes tuvo lugar entre el 3 de julio de 1584 y el 17 de agosto de 1585, durante la guerra de los Ochenta Años, este decisivo asedio fue consumado por las tropas españolas al mando del Rayo de la Guerra. Con el éxito de este asedio, se culminó una de las ofensivas españolas más importantes durante el conflicto ya que en el plazo de dos años se cercaron un gran número de ciudades estratégicas al mismo tiempo; todas ellas con victoria para los intereses de las armas imperiales: Amberes, Gante, Terramunda, Dunkerque, Zutphen, Brujas, Nieuwpoort y Alost entre otras.

El asedio comenzó a mediados de 1584, después de una racha de victorias (conquistas de Dunquerque, Ypres, Brujas, Aalst, Nieuwpoort,etc.) del capitán general Alejandro Farnesio sobre las tropas rebeldes.

La conquista por parte de los Tercios españoles de este enclave protegido por diez baluartes, un amplio foso inundado y el río Escalda, lo que le daba fama de inexpugnable, se consumó gracias a la construcción de un puente de 800 metros de largo y 4 de ancho sobre el río. Esta obra de ingeniería militar que unía las provincias de Brabante y Flandes es comparable al puente que Julio César levantó sobre el Rin, aunque éste tenía la mitad de longitud comparado con el construido por Alejandro Farnesio. La construcción del puente consistió en colocar unos postes de madera verticales sobre el lecho del río, unidos luego por vigas de madera transversales, sobre éste armazón se colocaron los tablones que daban forma al piso. En los dos extremos del puente se levantaron dos baluartes. Los últimos 600 metros del puente se tuvieron que hacer colocando, como cuando Jerjes entró en Grecia, una hilera de barcas sujetas con cuerdas y maderas, con las que luego se creó el piso. Para la defensa del puente, se colocaron 97 piezas de artillería y a los lados del puente, una línea de pequeñas barcazas unidas de tres en tres. La obra se terminó en tan solo siete meses.

El asedio fue duro, la conquista de baluartes, revellines y fortines costó muchas bajas en ambos bandos. Para conseguir la madera necesaria para construir el puente, hubo que asaltar la arboleda de Terramunda, en el transcurso de este asalto murió el maestre de campo Pedro de Paz a causa de un disparo en la frente. Se dice que dio tanta pena la muerte del maestre entre sus hombres (lo llamaban "Pedro de pan") que consiguieron trasladar en los hombros los cañones hasta las mismas murallas con el agua en el pecho, pues los holandeses, con el fin de frenar a los españoles, habían roto los diques de contención, anegando todo el campo.

Los españoles cada vez ganaban más terreno y los sitiados guardaban la esperanza de la ayuda de una flota, proveniente de Zelanda al mando de Justino de Nassau, un hijo bastardo de Guillermo de Orange, con la que se suponía que abastecería la ciudad de agua y víveres y además rompería el puente sobre el río Escalda. Para este plan, los holandeses contaron con el ingenio de un italiano, Federico Giambelli, que enfadado con España, se pasó al bando holandés, éste, creó unos barcos que tenían una torreta hecha de piedras y ladrillos en las que se introducía objetos, haciendo de metralla, y cómo no, pólvora. Estos barcos-mina, se untaban de pez, para ser totalmente impermeables al agua y no mojar la pólvora (pues si no, no ardía y no explotaba). Los barcos-mina, cumplieron muy bien su cometido, explotaron y segaron la vida a un centenar de hombres. El puente tuvo que ser reparado a duras penas.

Para que no volviera a ocurrir se le encomendó al coronel Mondragón, la construcción de un contradique con la que defenderse de estos buques. Mondragón, terminado el contradique, tuvo que rechazar un ataque de las fuerzas navales de Justino de Nassau y de barcos procedentes de Amberes y lo consiguió.

Pasó el tiempo y los holandeses consiguieron reunir una flota de 160 barcos de diferente calado con la que querían arrollar el contradique. Los holandeses arrollaron los puestos avanzados españoles, pero en el contradique, los españoles consiguieron frenar el empuje de la flota holandesa gracias a que se llevó al mismo un tercio de españoles e italianos que consiguieron resistir hasta que se llevaron más refuerzos al dique. Luego los españoles asaltaron los buques holandeses en un cuerpo a cuerpo que duró ocho horas y en la que los españoles consiguieron tomar 25 naves y 75 cañones. En esta jornada los muertos del bando rebelde se contabilizaron en unos 3000 y en el bando imperial unos 1000, de los cuales casi 500 eran españoles.

Al fin, la ciudad se rindió en agosto de 1585, entrando los tercios españoles por las puertas teniendo al frente a su jefe, Alejandro Farnesio.

La victoria fue celebrada por los soldados con un gigantesco banquete sobre el puente del Escalda, con mesas que se extendían de orilla a orilla del río. Se cree que la celebración duró tres días. Tras las celebraciones desmantelaron el puente sobre el río y se reconstruyó la ciudadela-fortaleza levantada por el duque de Alba que el de Orange había posteriormente derruido.

Al conocer Felipe II la victoria de Amberes, otorgó el Toisón de Oro a Alejandro Farnesio por su fidelidad y valor. La noche en la que le comunicaron la noticia de la rendición de Amberes, el monarca se levantó de la cama y fue a la habitación de su hija Isabel y, abriendo la puerta, dijo «Nuestra es Amberes», volviéndose después a dormir, ante la sorpresa de su hija.

En septiembre, las tropas obtuvieron sus pagas, tras casi tres años sin cobrar.

Este episodio constituye uno de los episodios más brillantes de los Tercios y supuso un alarde de ingeniería, y despliegue táctico, como refleja el cronista Faminiano Estrada: «Nunca con más pesadas moles fueron enfrenados los ríos, ni los ingenios se armaron con más osadas invenciones, ni se peleó con gente de guerra que en más repetidos asaltos hiciese más provisión de destreza y coraje. Aquí se echaron fortalezas sobre los arrebatados ríos, se abrieron minas entre las ondas, los ríos se llevaron sobre las trincheras, luego las trincheras se plantaron sobre los ríos, y como si no bastara sólo el trabajo de atacar Amberes, se extendieron los trabajos del general también a otras partes, y cinco fortísimas y potentísimas ciudades se cercaron a un mismo tiempo, y dentro del círculo de un año al mismo tiempo se tomaron».

Fuente: ws.org
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Biografía de Diego de Almagro

(Almagro, España, 1475 - Cuzco, actual Perú, 1538) Conquistador español, descubridor de Chile. Los orígenes de Diego de Almagro son inciertos. Parece que fue hijo ilegítimo de Juan de Montenegro y Elvira Gutiérréz, razón por la que adoptó el nombre de su ciudad natal como apellido.

En 1514 se enroló en la expedición a Panamá de Pedro Arias Dávila. Posteriormente, al tener noticia de los rumores sobre las riquezas que albergaba el Imperio de los incas, unió sus fuerzas con Francisco Pizarro en dos expediciones de conquista que resultaron un fracaso.

Contando con una autorización real obtenida un año antes, en 1530 Francisco Pizarro emprendió en solitario una nueva expedición que le llevaría, tras aprovechar hábilmente las disensiones entre el soberano inca Atahualpa y su hermanastro Huáscar, a la conquista del Imperio Inca.

Los éxitos de Pizarro en Perú movieron a Diego de Almagro a solicitar el permiso real para emprender, por cuenta propia, la conquista de nuevos territorios, lo que le fue inicialmente denegado; no obstante, cuando llegó a Perú, en 1533, lo hizo con un título de igual importancia que el de Pizarro, lo cual causó fricciones entre ambos.

Tras repartirse el tesoro de Atahualpa y ejecutarlo, partieron hacia Cuzco y tomaron la ciudad. La intromisión de Pedro de Alvarado se resolvió con el pago de una indemnización a éste y su retirada, con lo que se evitó un conflicto.

Almagro se dedicó a partir de entonces a la exploración de los territorios del sur del Imperio Inca, en el actual Chile, hasta el valle de Aconcagua. En 1535, el emperador Carlos V lo recompensó con la gobernación de Nueva Toledo, al sur de Perú, y el título de adelantado en las tierras más allá del lago Titicaca.

A su regreso a Perú, en 1537, Almagro ocupó la ciudad de Cuzco, por considerar que pertenecía a su gobernación. Este hecho suscitó un sangriento enfrentamiento entre almagristas y pizarristas que concluyó con la victoria de los hermanos Pizarro en la batalla de las Salinas, en abril de 1538. Hecho prisionero, Almagro fue ejecutado el mes de julio de ese mismo año.

Fuente(s): biografiasyvidas.com
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Los Trece de la Fama

Se denominan Trece de la Fama, o Trece caballeros de la isla del Gallo, a las trece personas que acompañaron a Francisco Pizarro en la conquista del Imperio inca, superando el momento más crítico de la expedición.

Francisco Pizarro inició la conquista del Perú en 1524 con ciento doce hombres y cuatro caballos en un solo navío. Sus socios Diego de Almagro y Hernando de Luque se quedaron en Panamá con la misión de contratar más gente y salir posteriormente con ayuda y víveres en pos de Pizarro. Durante esta época mantuvieron duros enfrentamientos con los indios de la costa sur de Panamá donde Pizarro recibió hasta siete lanzadas y Almagro perdió un ojo que le quebraron de un flechazo.

En mayo de 1527, cuando habían transcurrido dos años y medio de viajes hacia el sur afrontando toda clase de inclemencias y calamidades, llegaron a la isla del Gallo exhaustos. El descontento entre los soldados era muy grande, llevaban varios años pasando calamidades sin conseguir ningún resultado. Pizarro intenta convencer a sus hombres para que sigan adelante, sin embargo la mayoría de sus huestes quieren desertar y regresar.

Allí se produce la acción extrema de Pizarro, de trazar una raya en el suelo de la isla obligando a decidir a sus hombres entre seguir o no en la expedición descubridora. Tan solo cruzaron la línea trece hombres: los "Trece de la Fama", o los "Trece caballeros de la isla del Gallo".

Sobre la escena que se vivió en la Isla del Gallo, luego que Juan Tafur le trasmitiera la orden del gobernador Pedro de los Ríos, nos la relata el historiador José Antonio del Busto:1​

El trujillano no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con ella desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una arenga larga se limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya sobre la arena:

— «Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere».

Un silencio de muerte rubricó las palabras del héroe, pero pasados los primeros instantes de la duda, se sintió crujir la arena húmeda bajo los borceguíes y las alpargatas de los valientes, que en número de trece, pasaron la raya. Pizarro, cuando los vio cruzar la línea, «no poco se alegró, dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponelles en corazón la quedada». Sus nombres han quedado en la Historia.
José Antonio del Busto

Pizarro y los Trece de la Fama esperaron en la isla del Gallo cinco meses por los refuerzos, los cuales llegaron de Panamá enviados por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de Bartolomé Ruiz. El navío encontró a Pizarro y los suyos en la Isla de la Gorgona, hambrientos y acosados por los indios. Ese mismo día, Pizarro ordenó zarpar hacia el sur, dejando en la Gorgona a tres de los “Trece” que se hallaban enfermos, al cuidado de los indios naborías venidos en la nave de Ruiz. Serían recogidos posteriormente por el mismo Pizarro, a su regreso.

Fuente(s): ws.org
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Isabel la Católica

(También llamada Isabel I de Castilla; Madrigal de las Altas Torres, España, 1451 - Medina del Campo, id., 1504) Reina de Castilla y León (1474-1504) y de la Corona de Aragón (1479-1504). Hija de Juan II de Castilla y de Isabel de Portugal, Isabel la Católica tenía sólo tres años cuando su hermano Enrique IV ciñó la corona castellana (1454).

En 1468 Enrique IV, hombre de carácter débil e indeciso, reconoció a la princesa Isabel como heredera al trono en el pacto de los Toros de Guisando, con lo cual privó de sus derechos sucesorios a su propia hija, la princesa Juana. La maledicencia suponía que la princesa Juana era en realidad hija de Enrique Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque; de ahí su sobrenombre de Juana la Beltraneja.

Con el objetivo de consolidar su posición política, los consejeros de Isabel la Católica acordaron su boda con el príncipe Fernando, primogénito de Juan II de Aragón, enlace que se celebró en secreto, en Valladolid, el 19 de octubre de 1469. Al año siguiente, molesto por este matrimonio, Enrique IV de Castilla decidió desheredar a Isabel y rehabilitar en su condición de heredera a Juana la Beltraneja, que fue desposada con Alfonso V de Portugal.

La consecuencia fue que, a la muerte del rey (1474), un sector de la nobleza proclamó a Isabel soberana de Castilla, mientras que otra facción nobiliaria reconocía a Juana (1475), lo cual significó el inicio de una sangrienta guerra civil. A pesar de la ayuda del monarca portugués a la Beltraneja, el conflicto sucesorio se decantó a favor de Isabel en 1476, a raíz de la grave derrota infligida a los partidarios de Juana por el príncipe Fernando de Aragón en la batalla de Toro.

Los combates, sin embargo, se sucedieron en la frontera castellanoportuguesa hasta 1479, en que el tratado de Alcaçobas supuso el definitivo reconocimiento de Isabel como reina de Castilla por parte de Portugal, además de delimitar el área de expansión castellana en la costa atlántica de África. Aquel mismo año, por otra parte, el óbito de Juan II posibilitó el acceso de Fernando II de Aragón al trono de la Confederación catalanoaragonesa, y la consiguiente unión dinástica de Castilla y la Corona de Aragón.

Las líneas maestras de la política conjunta que desarrollaron Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón (que pasarían a la historia como los Reyes Católicos, título concedido en 1494 por el papa Alejandro VI) fueron el afianzamiento y la expansión del poder real, el estímulo de la economía, la conclusión de la reconquista a los musulmanes de todo el territorio peninsular y el fortalecimiento de la fe católica.

Para consolidar y prestigiar la monarquía, la reina implantó la Santa Hermandad, institución encargada de garantizar la estabilidad del orden público y la administración de justicia (1476), abolió las prerrogativas otorgadas a la nobleza por Enrique IV (1480) y convirtió el Consejo Real en el principal órgano de gobierno del reino, en detrimento de las Cortes.

En el aspecto económico, Isabel la Católica saneó la hacienda pública merced a un estricto sistema fiscal e incentivó el desarrollo de la ganadería ovina y del comercio lanero. Además, supo canalizar la tradición militar y expansiva de Castilla hacia la conquista del reino nazarí de Granada, último bastión islámico en la Península (1492), y la guerra contra los musulmanes norteafricanos, a los que arrebató Melilla (1497). Con todo, el mayor logro de la política exterior isabelina fue, sin duda, el apoyo a la expedición que culminaría con el descubrimiento de América por Cristóbal Colón (1492).

En materia religiosa, por último, Isabel la Católica llevó a cabo una profunda reforma eclesiástica con la ayuda del cardenal Cisneros, creó el tribunal de la Inquisión para velar por la ortodoxia católica (1478) y culminó el proceso de unificación religiosa con la expulsión de los judíos (1492) y los mudéjares (1502). A su muerte, acaecida el 26 de noviembre de 1504, el trono castellano pasó a su hija Juana la Loca (Juana I de Castilla), madre del futuro rey y emperador Carlos.


Extraído de Biografias y Vidas
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Bernal Díaz Del Castillo

(Medina del Campo, Valladolid, h. 1492 - Guatemala, h. 1585) Conquistador y cronista español. Desde joven se decidió por la carrera de las armas y debido a su afán de aventuras, hacia 1514 se embarcó a América viajando sucesivamente con las expediciones de Pedro Arias de Ávila (a Darién, o sea Centroamérica), Francisco Hernández de Córdoba (a Yucatán) y Juan de Grijalva (a Tabasco). Casado con Angelina Díaz, tuvo un hijo llamado Diego.

Por tres años estuvo al servicio de Diego Velázquez en Cuba hasta que se le incluyó en la expedición de Hernán Cortés. Desde el 18 de febrero de 1519 fue soldado de las huestes de Pedro de Alvarado, por lo que participó en la conquista del imperio mexica. Fue testigo presencial de la prisión y muerte de los tlahtoanis Moctezuma y Cuitláhuac, vivió la llamada «Noche Triste» y peleó por la toma de México-Tenochtitlán.

Al concluir ésta, se unió a la expedición de Gonzalo de Sandoval hacia Coatzacoalcos y llegó a ser regidor de la villa del Espíritu Santo. Después participó en la conquista de Chiapas y, en 1524, partió con Hernán Cortés a la conquista de las Hibueras (Honduras), que resultó un fracaso, por lo que regresó por tierra a la ciudad de México.

Tras una prolongada estancia en esa ciudad, viajó en 1539 a España para reclamar sus derechos por haber participado en la conquista de México, pero sólo obtuvo un corregimiento en el Soconusco. Inconforme, continuó buscando una recompensa por parte de la corona española, por lo que hizo varios viajes entre España y América, hasta que decidió establecerse con su familia definitivamente en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.

Ahí llegó a sus manos el libro Historia General de las Indias escrito por el capellán de Cortés, Francisco López de Gómara. Éste, sin haber estado en México, hizo una descripción de la Conquista en la que enaltecía la figura de don Hernán, a quien le atribuyó todo el mérito de la Conquista.

Molesto por esta interpretación, Díaz del Castillo escribió su propia versión en la crónica titulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, en la que, con sencillez, hizo un extenso relato épico en el que resaltó el papel de los soldados españoles y reconoció con respeto la defensa heroica de los indígenas. Díaz del Castillo murió en Guatemala en 1585 y su obra no fue publicada hasta 1632.

Extraído de Biografias y Vidas
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