Los mitos aztecas consideraban que el mundo había existido no una, sino cuatro veces consecutivas, en eras cuyo final estaba marcado por cataclismos.
Cada uno de los ciclos estaba definido por un Sol, y los aztecas creían que vivían en la era del Quinto Sol. Durante todas estas edades aparecieron formas cada vez más perfectas de seres humanos, plantas y alimentos Quizá a partir de los viejos cultos al Sol y a la Tierra, concebidos como principio fecundante y como madre universal, se llegó al concepto de una deidad suprema de naturaleza dual.
Los antiguos himnos la invocaban siempre en singular, llamándolo Ometeotl, «Dios dual», el cual, en una misteriosa concepción cósmica, dio origen a todo cuanto existe. En un primer desdoblamiento de su propia esencia hizo nacer a Tezcatlipoca, o «Espejo que ahuma».
Con una de las formas de este dios se identificará muchas veces Quetzalcoatl, la «Serpiente emplumada», símbolo de la sabiduría divina. La Tierra se organizaba en cinco direcciones: el centro y los cuatro puntos cardinales. Cada uno de estos últimos tenía el color emblema de las diversas formas del Tezcatlipoca (blanco, rojo, azul y negro).
Sobre la Tierra se extendían 13 cielos donde vivían los dioses, desde el primero para Meztli, la Luna, hasta el más alto, la morada de Ometeotl, el dios primigenio. Este esquema de 13 cielos es análogo al de la cosmología maya y, como en el caso de los calendarios, no hace más que añadir argumentos a los lazos comunes entre las dos culturas.
Es fascinante imaginar los mitos de cada uno de los Soles:
- El Primer Sol, Nahui-Ocelotl, una manifestación de Tezcatlipoca en forma de jaguar estrellado, brilló sobre un mundo poblado por gigantes que fue destruido por jaguares.
- El Segundo Sol, Nahui-Ehecatl la manifestación de Quetzalcoatl como dios del viento, correspondió a un mundo que fue destruido por huracanes. Los humanos se transformaron en monos.
- El Tercer Sol, Nahui-Quiauhtl, manifestación del dios del viento y de la lluvia Tlaloc, brilló sobre un mundo que fue destruido por la furia de los volcanes y lluvias de fuego. Los humanos se transformaron en perros.
- El Cuarto Sol, Nahui-Atl, manifestación solar de la diosa Chalchiutlicue, esposa de Tlaloc, brilló hasta que el mundo fue destruido por un enorme diluvio que lo inundó. Los humanos se transformaron en peces.
- El Quinto Sol, Nahui-Ollin, el «Movimiento», representado con forma de alas de mariposa, brillaba sobre el mundo de los aztecas que crearon estos mitos, un mundo que estaba destinado a perecer debido a terribles terremotos. Para evitarlo, lo alimentaban con sangre y corazones humanos. Un auténtico terremoto devastó Tenochtitlan en 1521 y pocos años más tarde el Quinto Sol azteca se apagó para siempre con la caída del imperio.
Foto: bombarosa | globetrotter1937
Fuente: astroyciencia.com
Cada uno de los ciclos estaba definido por un Sol, y los aztecas creían que vivían en la era del Quinto Sol. Durante todas estas edades aparecieron formas cada vez más perfectas de seres humanos, plantas y alimentos Quizá a partir de los viejos cultos al Sol y a la Tierra, concebidos como principio fecundante y como madre universal, se llegó al concepto de una deidad suprema de naturaleza dual.
Los antiguos himnos la invocaban siempre en singular, llamándolo Ometeotl, «Dios dual», el cual, en una misteriosa concepción cósmica, dio origen a todo cuanto existe. En un primer desdoblamiento de su propia esencia hizo nacer a Tezcatlipoca, o «Espejo que ahuma».
Con una de las formas de este dios se identificará muchas veces Quetzalcoatl, la «Serpiente emplumada», símbolo de la sabiduría divina. La Tierra se organizaba en cinco direcciones: el centro y los cuatro puntos cardinales. Cada uno de estos últimos tenía el color emblema de las diversas formas del Tezcatlipoca (blanco, rojo, azul y negro).
Sobre la Tierra se extendían 13 cielos donde vivían los dioses, desde el primero para Meztli, la Luna, hasta el más alto, la morada de Ometeotl, el dios primigenio. Este esquema de 13 cielos es análogo al de la cosmología maya y, como en el caso de los calendarios, no hace más que añadir argumentos a los lazos comunes entre las dos culturas.
Es fascinante imaginar los mitos de cada uno de los Soles:
- El Primer Sol, Nahui-Ocelotl, una manifestación de Tezcatlipoca en forma de jaguar estrellado, brilló sobre un mundo poblado por gigantes que fue destruido por jaguares.
- El Segundo Sol, Nahui-Ehecatl la manifestación de Quetzalcoatl como dios del viento, correspondió a un mundo que fue destruido por huracanes. Los humanos se transformaron en monos.
- El Tercer Sol, Nahui-Quiauhtl, manifestación del dios del viento y de la lluvia Tlaloc, brilló sobre un mundo que fue destruido por la furia de los volcanes y lluvias de fuego. Los humanos se transformaron en perros.
- El Cuarto Sol, Nahui-Atl, manifestación solar de la diosa Chalchiutlicue, esposa de Tlaloc, brilló hasta que el mundo fue destruido por un enorme diluvio que lo inundó. Los humanos se transformaron en peces.
- El Quinto Sol, Nahui-Ollin, el «Movimiento», representado con forma de alas de mariposa, brillaba sobre el mundo de los aztecas que crearon estos mitos, un mundo que estaba destinado a perecer debido a terribles terremotos. Para evitarlo, lo alimentaban con sangre y corazones humanos. Un auténtico terremoto devastó Tenochtitlan en 1521 y pocos años más tarde el Quinto Sol azteca se apagó para siempre con la caída del imperio.
Foto: bombarosa | globetrotter1937
Fuente: astroyciencia.com
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