Los apaches es un nombre colectivo dado a un grupo de naciones indígenas culturalmente cercanos del este de Arizona, noroeste de México (norte de los Estados de Sonora y Chihuahua), Nuevo México, y regiones de Texas y de las Grandes Llanuras. El término «apache» probablemente proceda del zuñi «apachu», que significa «enemigo»; de ahí el nombre que les pusieron los españoles. Se denominaban a sí mismos Ndee, que quiere decir «la gente». Hablaban un conjunto de lenguas atabascanas meridionales, que se han clasificado en «apache de las llanuras», «apache oriental» y «apache occidental».
Eran pescadores, cazadores y agricultores. Vivían en pequeños grupos basados en la familia. Los grupos se formaban con varias familias de carácter matriarcal. Compartían el mismo rito de los sioux y los cheyennes.
Cuando llegaron los españoles, los apaches habían llegado al suroeste de EE.UU. en una migración de unos 500 años desde Canadá. Fue una tribu poderosa y guerrera, en continua lucha con los blancos. La rendición de la tribu tuvo lugar en 1886, cuando los chiricahuas fueron deportados a Florida y Alabama, donde estuvieron bajo confinamiento militar. Siempre mostraron una gran fiereza como guerreros y mucha habilidad como estrategas.
En el año 1900 vivían unos 17.000 apaches en libertad. Su jefe más conocido, Gerónimo (Gokhlayeh), nació en 1829 y murió por causas naturales en una reserva de Luisiana en el año 1909. Sucedió como jefe de los apaches a Cochise, quien vivió 62 años. Fue el hijo de Cochise, Taza, quien designó a Gerónimo como sucesor de su padre. Ahora se encuentran en reservas en Arizona, Nuevo México y Oklahoma en un número de entre 5500 y 6000. Una pequeña minoría de 20 apaches mescaleros aún subsisten en la frontera norte de los estados mexicanos de Chihuahua, Sonora y Coahuila.
Religión
La religión apache no estaba fuertemente estructurada, la vida religiosa la dirigían chamanes. No tienen una creencia organizada en el más allá, lo prioritario para ellos era la supervivencia, de ahí la importancia de los ritos curativos y la ausencia de una extensa teología.
Realizaban ritos relacionados con el ciclo de la vida, entre los que se incluía los primeros pasos de un niño y la ceremonia de la pubertad.
Historia
Lingüísticamente pertenecen a la familia atapascana, al igual que sus hermanos navajos. Los apaches vivían seminómadas e inestables en un lugar determinado entre los ríos Colorado y Brazos en Texas. Se caracterizaban por una fuerte resistencia cultural como grupo. Eran grandes exploradores y conocían perfectamente su vasto territorio, el cual siempre defendieron tenazmente. Eran cazadores y recolectores de productos silvestres, se convirtieron en invasores de tierras pastoriles y agrícolas de otros grupos indígenas, hacían trueque y practicaban el pillaje para subsistir.
En 1540 los primeros exploradores españoles de las tierras norteñas de la Nueva España emprendieron una larga lucha contra los apaches, ya que vieron que tanto esta tribu como los comanches eran grupos bárbaros y hostiles de difícil sometimiento. En 1598, Juan de Oñate, al tomar posesión de las tierras de Nuevo México, mandó dividir sus poblaciones para reducir a los apaches; manda a fray Francisco de Zamora como encargado de evangelizar a los apaches que vivían en el extremo norte de la Nueva España y al poniente de Sierra Nevada, en California; más tarde mandó traer del centro de las provincias novohispanas a indígenas aztecas y otomíes cristianizados para lograr un mejor entendimiento con los pueblos apaches. El esfuerzo fue en vano: los apaches y otras tribus indígenas no se dejaron someter y decidieron quemar y destruir muchas poblaciones españolas de los territorios norteños de la Nueva España.
En 1825, el gobierno mexicano inicia un segundo periodo para pacificar a los apaches y unificarlos en poblaciones unidas, el cual fue un gran fracaso para los intermediarios mexicanos. Con el tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848, firmado por México y Estados Unidos, el territorio apache quedó dividido entre EE.UU. y México, provocando la dispersión del grupo y grandes descontentos contra ambos gobiernos. Los apaches se dispersaron por las tierras de Arizona, Nuevo México, Texas, Oklahoma, Chihuahua, Sonora, Coahuila, Durango y Zacatecas.
Durante la colonización angloamericana de los nuevos territorios del oeste americano, se encontraron con un gran obstáculo para poder llegar a colonizar hasta las costas del Pacífico. Los apaches resentidos usaron las armas de fuego y los caballos para matar aquel que se introdujera en sus territorios. Muchos españoles, mexicanos y angloamericanos murieron a manos de los apaches. En 1821 se inicia una etapa conocida como las guerras indias, que terminan con la rendición de Gerónimo, el último líder de la resistencia, quien provenía de la tribu chiricahua.
El gobierno de México trató de aniquilar a Gerónimo, pacta con él y después lo traiciona matando a su familia. Gerónimo ataca y quema los fuertes fronterizos mexicanos. El gobierno de los Estados Unidos también persigue y trata de someterlo, matando a su segunda esposa. Finalmente fue confinado a las reservas indias de Florida y muere en Oklahoma en 1909.
En 1928 el gobierno de México declara oficialmente extinta la etnia apache en territorio mexicano y las 3000 personas que sobrevivieron en tierra estadounidense fueron sometidos finalmente en reservas de los estados de Arizona, Nuevo México y Oklahoma.
No hay registros escritos de las razones de la migración desde Canadá. Sin embargo, existen testimonios indígenas donde consta que se dedicaban al pillaje y la depredación. En el momento de la llegada de los primeros europeos, los españoles, las etnias del lugar se mostraban agresivas contra los apaches y contaban de sus múltiples ataques.
Al inicio del dominio español de las demás tribus, se trató de evangelizarlos sin éxito, en vista de lo cual se procedió a establecer la cadena de presidios que intentaba proteger la zona. Como el éxito fue mínimo, se estableció el sistema de soborno, por el cual el gobierno virreinal aprovisionaba a las distintas tribus para detener los ataques.
Sin embargo, en el momento de la independencia de México, ambos sistemas, el de presidios y el de sobornos, colapsaron, reiniciándose los ataques. Estos alcanzaron proporciones épicas en Chihuahua y Sonora, contribuyendo a la Guerra de Intervención Estadounidense.
Después de la guerra (1848), los ataques se extendieron más al sur, llegando a Sinaloa y Durango, al tiempo que se iniciaban en los nuevos territorios de Nuevo México, Arizona, y Texas. La depredación llegó al punto de poblaciones completas exterminadas en diferentes lugares de Arizona, Sonora y Chihuahua. De especial ferocidad fueron los ataques en Cuencamé y zonas aledañas, donde todos los habitantes fueron exterminados. Esto provocó la respuesta de ambos lados de la frontera, donde se envió al ejército para controlar los ataques, de nuevo con poco éxito.
Los gobiernos locales tomaron control de la situación. En Chihuahua, el gobernador Ángel Trías ofreció 200 pesos por la cabellera de cada indígena, y esto contuvo los ataques al menos en Chihuahua, llegándose a pactar el fin de la cacería. El mismo modelo se seguía en Estados Unidos. Sin embargo, siendo estos pactos locales o regionales, provocaban que los ataques se detuvieran en un lugar y continuaran en otro.
El ejemplo más claro es el de 1851, cuando Chihuahua sostenía un pacto de paz con las tribus del noroeste, llegando varias de ellas a asentarse en Janos. Sin embargo, los propios anales de los apaches, así como la autobiografía de Gerónimo, reconocen que se usaba el campamento como base para atacar los establecimientos de Sonora. Ante esto, el gobernador Elías González persiguió a los indígenas hasta Janos, exterminándolos o capturando a algunos de regreso a Sonora. Este acontecimiento en particular reiniciaría la guerra por el norte de México y suroeste de Estados Unidos, que continuaría hasta 1886.
Debe notarse la lógica diferencia entre la narración de los mismos hechos desde los tres puntos de vista diferentes, estadounidense, mexicano y apache. Al analizar las crónicas de la época se debe tomar en cuenta las motivaciones y justificaciones de un punto de vista en particular. Así, cronistas de cualquiera de las partes omiten convenientemente sus crímenes.
El ejemplo del ataque a Janos es el más claro, donde las tres narrativas de la mayoría de los cronistas de la época son muy parciales en sus apreciaciones, a la vista de lo cual debe analizarse con cuidado cualquier material de referencia. Incluso en la actualidad se usan estas fuentes parciales del siglo XIX.
Fuente: http://es.wikipedia.org/
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