Bartolomé de las Casas

Bartolomé de Las Casas O.P. (Sevilla, 24 de agosto de 1484 – Madrid, 17 de julio de 1566) fue un fraile dominico español, cronista, teólogo, obispo de Chiapas (México), filósofo, jurista y apologista de los indios. Le fue otorgado el título de "Protector de los indios" por el cardenal Cisneros.

Nacimiento y primeros años
De acuerdo a Antonio de Remesal, quien fue su primer biógrafo, Las Casas nació en Sevilla en 1474, pero las investigaciones de Helen Rand Parish y Harold E. Weidman de 1976, determinaron que la fecha más probable del nacimiento del fraile fue el 11 de noviembre de 1484 en Triana. Siendo niño conoció a los Reyes Católicos, y a Cristóbal Colón, pues su padre Pedro de las Casas, participó en los viajes del almirante. En 1499 tuvo la oportunidad de conocer a un indio, el cual fue traído por Colón y regalado a su padre como esclavo. Las Casas estudió latín en Salamanca o Sevilla.

Primer viaje a las Indias
El 15 de abril de 1502, siguiendo los pasos de su padre que había participado en el segundo viaje de Colón, llega a La Española. Durante 1503 se dedicó a extraer oro, participando en la campaña de conquista del gobernador Nicolás de Ovando, y bajo las órdenes del capitán Diego Velázquez de Cuéllar en el Cacicazgo de Higüey, por tal motivo recibió una encomienda en la Villa de la Concepción de la Vega, la cual administró hasta 1506. Conoció en el primer viaje a Cristhian Falcon quien con él se unieron a la lucha cual administró hasta morir en 1566 falleció en la presa de los indios.

Viaje a Roma y regreso a La Española
En 1506, viajó de regreso a Sevilla, en donde recibió órdenes sagradas menores al sacerdocio. En 1507 viajó a Roma y se ordenó como presbítero. Regresó a La Española en 1508 y durante 1511 escuchó los comentarios del Sermón de adviento de fray Antonio de Montesinos, el cual censuraba la conducta de los colonos al respecto del maltrato de los indios: "Yo soy la voz que clama en el desierto...". Se le negó la absolución debido a que en esa época, aún mantenía su repartimiento.

Viaje a Cuba y renuncia a sus encomiendas
A solicitud de Diego Velázquez, en la primavera de 1512 se trasladó a Cuba como capellán del conquistador Pánfilo de Narváez. En 1513, después de la matanza de Caonao, Narváez le cuestionó: "¿Qué parece a vuestra merced destos nuestros españoles qué han hecho?", formulando la pregunta como si el capitán no tuviese que ver con esas acciones. Las Casas le respondió: "Que os ofrezco a vos y a ellos al diablo". Por haber participado en las campañas, recibió un repartimiento junto con Pedro de Rentería, en Jagua, cuyos indios trabajaban en la minería.

Como recompensa por sus acciones durante la conquista de Cuba, en 1514 recibió un nuevo repartimiento de indios en Canarreo, junto al río Arimao (cerca de Cienfuegos). Pero Las Casas tomó conciencia paulatinamente de lo injusto que era el sistema y se convenció de que debía «procurar el remedio de esta gente divinamente ordenado». El 15 de agosto de 1514, día de la Asunción, a la edad de treinta años, pronunció un sermón en Sancti Spíritus durante el cual renunció a sus repartimientos públicamente.

Procurador y protector universal de los indios, viaje a Santo Domingo
En 1515 se trasladó a Santo Domingo, donde se vinculó con los frailes dominicos. Fray Pedro de Córdoba lo envió a España en compañía de Antonio de Montesinos para abogar por los indios; los frailes llegaron a Sevilla el 6 de octubre, en diciembre del mismo año, lograron entrevistarse con el rey Fernando el Católico, con el secretario Lope de Conchillos y con el obispo de Burgos Juan Rodríguez de Fonseca, pero los resultados fueron adversos a sus peticiones.

Debido al fracaso, y tras la muerte del rey Fernando el Católico a principios de 1516, Montesinos y Las Casas viajaron a Madrid para realizar nuevas peticiones al cardenal Francisco Jiménez de Cisneros quien ejercía la regencia de la corona de Castilla; en abril, Cisneros determinó enviar a tres frailes jerónimos para ejercer la gobernación de La Española. Las Casas fue comisionado consejero de los frailes y se le nombró procurador y protector universal de todos los indios. Cargo similar al de Ombudsman de Suecia que fue instituido a principios del siglo XIX.

Entrevista con Carlos I de España
En 1517, las Casas se sintió insatisfecho por la actuación de los frailes jerónimos, pues la opresión, y esclavitud de los indígenas persistió en La Española. En el mes de junio, decidió regresar a España para dar cauce a sus quejas, sin embargo el cardenal Cisneros murió en el mes de noviembre. El fraile se entrevistó con el cardenal Adriano de Utrecht, quien le recomendó esperar una entrevista con el rey Carlos I.

En 1518 Las Casas planeó un proyecto para colonizar tierras de indios con labradores reclutados en España. En 1519 Las Casas impugnó las acciones del fraile franciscano Juan de Quevedo, quien había sido nombrado obispo de Santa María la Antigua del Darién pronunciándose a favor de la esclavitud de los indígenas.

Al igual que Pedro Mártir de Anglería, en abril de 1520 Las Casas conoció a los indígenas totonacas que fueron llevados ante la presencia del nuevo monarca por Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, ambos emisarios de Hernán Cortés; un par de meses más tarde en Santiago de Compostela el Consejo de Castilla autorizó a Las Casas llevar a cabo el proyecto para crear una colonia pacífica en el territorio de Cumaná, para que él aplicase sus teorías, las cuales consistían en poblar la tierra firme, sin derramar sangre y anunciar el evangelio, sin estrépito de armas.

Volvió a las Indias en 1520, intentando poner en marcha su encomienda, siempre en contra de la esclavitud de los indios, el proyecto fracasó porque en su ausencia los indios se rebelaron. Desengañado, entró en la Orden de Santo Domingo, quienes por entonces estaban elaborando una reflexión sobre el derecho en la Escuela de Salamanca, criticando muchos aspectos de la colonización de América y entre ellos el sistema de encomiendas. A partir de 1521 se retiró para dedicarse al estudio de la teología, la filosofía y el derecho canónico y medieval, y comenzó a escribir su Historia de las Indias.

En 1535 regresa a América donde intenta de nuevo un programa de colonización pacífica en Guatemala, donde obtiene un relativo éxito; vuelve de nuevo a España en 1540 y en Valladolid, visita de nuevo al rey Carlos I. Éste, prestando oídos a las demandas de Las Casas y a las nuevas ideas del derecho de gentes difundidas por Francisco de Vitoria, convocó al Consejo de Indias, en las que se conocen como Juntas de Valladolid o Comisión de Valladolid.

Como consecuencia de lo que se discutió, se promulgaron el 20 de noviembre de 1542 las Leyes Nuevas. En ellas se prohibía la esclavitud de los indios y se ordenaba que todos quedaran libres de los encomenderos y fueran puestos bajo la protección directa de la Corona. Se disponía además que, en lo concerniente a la penetración en tierras hasta entonces no exploradas, debían participar siempre dos religiosos, que vigilarían que los contactos con los indios se llevaran a cabo en forma pacífica dando lugar al diálogo que propiciara su conversión. A finales de ese mismo año terminó de redactar en Valencia su obra más conocida, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, dirigida al príncipe Felipe (futuro Felipe II), entonces encargado de los asuntos de Indias.

Se le ofreció el obispado de Cuzco, importantísimo en aquel momento, pero Las Casas no aceptó, aunque si aceptó el obispado de Chiapas en 1543, con el encargo de poner en práctica sus teorías. Residió allí durante dos años para regresar definitivamente a España en 1547. Durante su obispado en Chiapas residió en la Ciudad Real de Chiapas, hoy llamada San Cristóbal de las Casas en su honor.

Renunció a su obispado y continuó con su labor de defensa de los indios hasta su muerte, lo que le valió ser conocido como el Apóstol de los Indios. En Valladolid, entre 1550 y 1551, mantuvo una polémica con Juan Ginés de Sepúlveda («La controversia de Valladolid») sobre la legitimidad de la conquista, se discute quien ganó esta controversia, ya que ambos se consideraron ganadores, sin embargo los trabajos de Ginés de Sepúlveda no obtuvieron autorización para ser publicados. Bartolomé de Las Casas murió en Madrid en 1566.

En el año 2000 la Iglesia Católica dio inicio al proceso de beatificación.

Junto con Francisco de Vitoria, Bartolomé de las Casas es considerado uno de los fundadores del derecho internacional moderno y un gran protector de los indios y precursor de los derechos humanos junto al jesuita portugués António Vieira. Aunque desde perspectivas opuestas, tanto él como Vitoria se ocuparon del problema alrededor del cual emergió el derecho de gentes en la época moderna: la definición de las relaciones entre los imperios europeos y los pueblos del llamado "Nuevo Mundo".

Esta tarea requería de la creación de un marco jurídico suficientemente amplio como para ser válido al mismo tiempo para europeos y aborígenes. La tradición legal que fue usada para tal fin fue precisamente la del derecho natural, la cual fue tomada del derecho medieval y la filosofía estoica. De las Casas consideró que los indígenas tenían uso de razón, tanto como los antiguos griegos y romanos, y que como criaturas racionales eran seres humanos. Como tales, los indígenas estaban cobijados por el derecho natural y eran titulares de los derechos a la libertad y a nombrar sus autoridades.
Su contribución a la teoría y práctica de los derechos humanos puede apreciarse en su "Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias", el cual, por ser escrito a mediados del siglo XVI, constituye el primer informe moderno de derechos humanos. En él describe las atrocidades a las que fueron sometidos los indígenas de las Américas por los conquistadores españoles.

Un párrafo puede dar una idea de los hechos que narra este libro: "Otra vez, este mesmo tirano fue a cierto pueblo que se llamaba Cota, y tomó muchos indios he hizo despedazar a los perros quince o veinte señores y principales, y cortó mucha cantidad de manos de mujeres y hombres, y las ató en unas cuerdas, y las puso colgadas de un palo a la luenga, porque viesen los otros indios lo que habían hecho a aquellos, en que habría setenta pares de manos; y cortó muchas narices a mujeres y a niños".


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