
Los romanos también volvieron a hacer hincapié después, en el carácter guerrero de los iberos, cuando, una vez eliminada la amenaza cartaginesa, se lanzaron a la conquista de Hispania, coincidiendo con los griegos en el valor y el desprecio a la muerte en la batalla que demostraban los iberos, tanto Roma como Cartago los contrataban como mercenarios. Roma también se refiere al ibero como un soldado muy leal. La "devotio", un juramento que consagraban a algún dios, al cual ofrecían seguramente su vida por la de su caudillo y que los ligaba a él, hacía que esta "guardia personal" jamás sobreviviera a su jefe, ya que tanto si ganaban, como si no, si su caudillo moría, ellos también lo hacían, ya fuese luchando hasta morir, o suicidándose si le sobrevivían en la batalla. Cosa que aprovecharon algunos emperadores romanos, que mediante este ritual sagrado, se rodeaban de iberos porque sabían que tenían asegurada su lealtad y que el valor y el arrojo de estos guerreros, les protegería aún en las circunstancias más adversas y desfavorables.
Armamento
El armamento del guerrero ibero, no era ni mucho menos regular, pero era muy similar independientemente de las distintas tribus.
Escudos

La caetra: el escudo propio de los iberos, un escudo circular no muy grande, que se sujetaba al cuerpo del soldado mediante unas cuerdas, o tiras de cuero, que pasaban por el hombro y que otorgaban gran movilidad para combatir por el terreno tan irregular de la península. Este escudo podía tener variaciones en su protección metálica delantera o umbo.
Escudo ovalado: también utilizaban un escudo ovalado, parecido al de los celtas, y del que se dice procede de él. Ofrecía muy buena protección contra las infanterías pesadas, sobre todo las romanas, con las que más lucharon. Poseían un resistente umbo central que protegía la zona del mango. Su peso aproximado era de unos cinco a siete kilogramos.
Ambos escudos eran adornados con símbolos y colores, sobre todo en el ovalado, en el que sus símbolos han pasado a ser casi un emblema por el que se reconoce a los iberos.
Espadas

Gladius Hipaniensis: la espada de las legiones de Julio César, la espada ibera por definición, la que el Imperio romano adoptó para sus legiones y que bautizaron como "gladius hispaniensis", o sea, "espada española". Era un arma simple pero de gran calidad, y que los iberos utilizaban para "pinchar" al enemigo, cuando avanzaban en formación y cuando el enemigo se descubría, aunque también sería empleada para asestar "tajos". Esta espada no era muy grande, lo que le otorgaba una gran movilidad en las batallas, cuando el espacio era escaso. La hoja se podía utilizar por los dos lados y por la punta, al contrario que la falcata, que sólo se utilizaba un lado, para dar un golpe cortante, o de punta para atravesar al enemigo.
Su forma no era recta de la base a la punta, sino que se estrechaba ligeramente hacia el centro y de nuevo, antes de llegar al extremo, se estrechaba para conformar la punta. La empuñadura de esta arma formaba un disco en su parte central y después otro medio disco en el extremo, así se favorecía el agarre de la espada. Esta espada ha tenido muchas variantes, tanto por parte de Roma, como por parte de las tribus ibéricas con influencia celta, o las propias tribus celtas de la península, aisladas de las tribus celtas del resto de Europa, estos modelos se diferenciaban sobre todo por su empuñadura, que podría acabar en dos esferas, en una, etc.

Otras espadas: también se han encontrado espadas que parecen ser rituales, o que por lo menos no eran muy utilizadas por los guerreros. Hay ejemplares de espadas largas, seguramente utilizadas por los celtas y que no gozaban de mucha fama entre los iberos, por ser armas que ofrecen poca movilidad y que sólo pueden ser utilizadas para golpear de arriba abajo cayendo sobre los hombros, limitando muchísimo al guerrero en los combates.
Lanzas
Las lanzas eran armas muy presentes en los ejércitos iberos, tanto las de cuerpo a cuerpo como las arrojadizas. Las lanzas solían tener dos puntas, la principal en la parte superior y la secundaria, más pequeña y débil, en su parte inferior, que se utilizaba para pinchar al enemigo, cuando caía al suelo, o cuando se rompía la punta principal. El arma constaba de tres partes: el asta, que era por así decirlo, el palo al que iban sujetas las otras dos partes, la punta principal, y la punta inferior en forma de cono estrecho. Para sujetar las dos puntas, se solía incrustar a presión en la madera, para evitar así que se moviesen o se soltasen, como podía pasar con las que estaban atadas, otorgando así más resistencia y dureza en el arma.
Armas arrojadizas y de proyectiles
Las armas utilizadas para desbaratar y aniquilar las líneas enemigas, utilizadas por los iberos eran muy variadas, pero la que controlaban con más destreza y de las más efectivas eran la honda.

La honda: esta arma simple y arcaica, a simple vista puede parecer poco menos que inofensiva, pero no es así, un proyectil lanzado por un hondero, podía matar de un único golpe al enemigo. La fuerza centrífuga de la que se vale la honda, sumada al peso de los proyectiles, que eran lanzados a la vez y en gran número, podía hacer estragos en las líneas enemigas, ya fuera por la mortandad que causaba, o porque deshacía las líneas enemigas desorganizando y abriendo huecos en su caballería y su infantería, lo que propiciaba un mejor ataque.
El arco: se tiene constancia de que el arco era utilizado por los iberos, aunque era prácticamente relegado para la caza de animales. La honda hacía mejor el papel de arma a distancia para los iberos.
Hachas
Hacha bipenne: aunque poco comunes, parece ser, que las tribus del norte de la península, podrían haber utilizado este tipo de hacha.
Puñales y cuchillos
Pugio: es un puñal que también adoptó Roma para su ejército. Medía un palmo (del dedo corazón hasta la muñeca), muy parecido a la gladius hispaniensis.
Cuchillo afalcatado: este cuchillo se llevaba en la vaina de la falcata, junto con otras puntas de lanzas de repuesto. También se solía utilizar en rituales de sacrificio de animales.
Corazas y protecciones
Había varios modelos de coraza: la circular, la de escamas y la de anillas.

Escamas: era una protección, a modo de piel de serpiente, que ofrecía movilidad y a la vez una buena protección, aunque no se sabe cómo se hacían, ni cómo se sujetaban las placas de escamas –se han identificado con unos fragmentos hallados en la necrópolis de Almaluez (Domingo 1982: Lam. IV,4), aunque se adscriben a una época anterior. Algunas placas encontradas en Numancia se han interpretado como parte del revestimiento de las corazas de lino (Taracena 1954: 268).
Había varios modelos, uno cubría únicamente el torso por delante, otro que cubría además de esto, los laterales, y la más completa, que cubría pecho, laterales y espalda. Debajo de estas protecciones se solía llevar una faltriquera de tiras de metal, parecida a la protección de anillas de los celtas. Todo combinado para ser una infantería pesada resistente y móvil.
Anillas: está protección llegó a manos de los iberos, por la influencia de los celtas, y consistía en anillar a un anillo de metal otros anillos y estos anillos a otros y así sucesivamente. Esta protección, aunque un poco pesada, ofrecía mucha movilidad y una buena protección contra los tajos. Solía cubrir desde el cuello hasta la pierna, además se añadían unas hombreadas de anillas también, para proteger los golpes de filo de las grandes espadas celtas.
Protecciones de cuero: además de estas corazas, solían llevar protecciones de grueso cuero curtido, para que los tajos "rebotaran" y no les hiriesen los filos de las espadas al utilizarlos de esa manera. Estas protecciones se solían llevar sobre todo con la coraza circular, era una especie de capa que se introducía por la cabeza y que terminaba en forma de pico por delante y detrás, llegando hasta un poco más abajo de la cintura. También hacían hombreras de este material con el que se protegían la parte superior de los tajos de las espadas y que también ofrecían una superficie que les protegía del contacto de las tiras de cuero que de las que llevaban colgadas los escudos y a veces las espadas.
Protecciones de lana prensada : eran protecciones que se utilizaban para amortiguar los golpes de proyectiles de las hondas, como los tajos de las espadas amortiguándolos y rechazándolos. También se ponían debajo de las corazas para evitar el contacto directo con el metal y para ofrecer una protección suplementaria a éstas.
Grebas

Cascos
Hay también varios modelos de cascos, unos propios y otros adquiridos por el comercio y por el trato con otros pueblos. Los había de cuero, metal, redondos, en pico, etc.
Cuero: los de cuero eran lo más comunes, solían ponerse en la cabeza de manera que cubriera la cubriera procompleto, orejas incluidas. Se le ponía fieltro prensado por la parte interior para acolchar la protección y amortiguar los golpes recibidos, no dejando que la cabeza los sintiese en exceso. Iba adornado comúnmente con una crin de caballo tintada en rojo que iba en la punta o en la parte superior y caía por debajo de la nuca en forma de coleta suelta. Otra forma de adornarla, era con una especie de cabeza de animal delante que iba hasta el cogote en forma de tubo y del que caía una coleta suelta, igual que el adorno anterior. También podía sin ningún tipo de adorno.

Celta: este casco se utilizó sobre todo en los territorios de influencia celta. Era un casco liso, acabado en punta larga, que sólo cubría la parte superior de la cabeza. Los más comunes solían llevar carrilleras que caían del casco protegiendo las mejillas de los soldados, aunque los iberos preferían no llevarlas, porque decían que les molestaba en la lucha. También llevaban una protección en la nuca para evitar cortes decapitantes en el cuello.
Otros cascos: existía otro casco, utilizado sobre todo en la zona turdetana de Iberia, que era parecido al de cuero, pero más largo, caía sobre los hombros y llevaba también la crin de caballo. No se sabe con que material se hacía este casco, ya que no se ha encontrado ningún ejemplar de él en las excavaciones.
Extraido en Wikipedia
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