La batalla de Trafalgar



La batalla de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre de 1805, frente al cabo de Trafalgar (provincia de Cádiz), en la que se enfrentaron las escuadras aliadas de Francia y España, al mando del vicealmirante francés Pierre Villeneuve, bajo cuyo mando estaba por parte española el teniente general del mar Federico Gravina, contra la armada británica al mando del vicealmirante Lord Horatio Nelson.

Trasfondo histórico

La reciente alianza entre Carlos IV de España y Napoleón I de Francia, merced a los tratados San Ildefonso (1796) y Aranjuez (1800) firmados con la anterior República Francesa y por el interés de la recuperación de Gibraltar, obligaba a España no sólo a contribuir económicamente a las guerras de Napoleón, sino a poner a disposición de éste la armada real para combatir a la flota inglesa que amenazaba las posesiones francesas del Caribe.
HMS Victory, único barco que se conserva de esta batalla, hoy convertido en museo.

Dado que la intención última que perseguía Napoleón al querer anular a la flota inglesa era abrirse camino para una futura invasión de las Islas Británicas, se urdió un elaborado plan para distraer a la marina inglesa mientras se efectuaban los preparativos de dicha invasión. Al tiempo que las numerosas tropas de infantería francesas se agrupaban en Boulogne-sur-Mer a la espera de transporte marítimo, la escuadra francesa al mando de Villeneuve se uniría con la española, iniciando una acción sobre las posesiones inglesas del Caribe que tenían como finalidad atraer al afamado almirante Nelson a la zona, alejándolo del Canal de la Mancha. Al llegar Nelson a la isla de Antigua a primeros de junio de 1805, la escuadra combinada abandonó el Caribe y puso rumbo a la costa atlántica francesa.

Sin embargo, la acción emprendida por el almirante Robert Calder en la batalla del Cabo Finisterre el 22 de julio hizo desistir a Villeneuve de continuar hacia aguas del Mar Cantábrico, donde pensaba que podría ser vencido por los refuerzos ingleses. De este modo, la escuadra que Napoleón esperaba ansiosamente para iniciar la invasión dio la vuelta y tras unas reparaciones en el puerto de La Coruña, terminó refugiándose en Cádiz.
Conmemoración del 200 aniversario de la Batalla de Trafalgar. Escrito de Benito Pérez Galdós.
Cabo Trafalgar, en sus cercanías aconteció la batalla de Trafalgar.


Visto desde una perspectiva histórica, es posible que esta retirada le sirviera a Napoleón para continuar en el poder, ya que es dudoso que, de haber embarcado a su Grande Armée hacia Inglaterra, hubiera podido resistir a la combinación de las fuerzas austriacas y rusas que estaban preparando el ataque y a las que, con este ejército, venció en una acción casi sorpresiva en Austerlitz, por lo que, sea la suerte o la casualidad, la posterior derrota que la flota combinada sufriría en Trafalgar afianzaría la posición de Napoleón en el continente.

Aunque subyugar a su gran rival, Inglaterra, hubiera servido como un gran espaldarazo a sus planes europeos, y todo un cambio de rumbo estratégico del continente. Quizás incluso anular a rusos y austriacos,los cuales dependían del suministro marítimo británico, dado el bloqueo continental. Con la flota franco-española atracada en el puerto de Cádiz, Napoleón cambió de estrategia y ordenó que se dirigieran a apoyar el bloqueo de Nápoles, al tiempo que enviaba un sustituto para Villeneuve, que había caído en desgracia a ojos del Emperador. A pesar de que la combinación de ambas flotas representaba una fuerza de combate considerable, las auténticas condiciones de esta armada (al menos de su parte española) dejaban mucho que desear



Estado de la flota española

El navío Santísima Trinidad, construido en los astilleros de La Habana; comandado por Francisco Javier de Uriarte y Borja y el general Baltasar Hidalgo de Cisneros. Fue desarbolado, apresado y hundido.

La reciente epidemia de fiebre amarilla que había azotado Andalucía poco antes dejó a las naves sin una cantidad suficiente de tripulantes, por lo que muchos de los marineros fueron sido reclutados en una apresurada y obligada leva. Por otro lado, el estado mismo de los buques era lamentable, tanto que algunos capitanes españoles habían sufragado de su bolsillo las reparaciones y la pintura de sus barcos para no quedar deshonrados ante los capitanes franceses. Hacía más de 50 años que no se actualizaba la flota de guerra, que si bien se mantenía en pie como para intentar defender el Imperio, ya no estaba en condiciones de sostener un combate a gran escala y contra la más moderna de las flotas.
Baltasar Hidalgo de Cisneros.

Tal como el general Mazarredo comentaría: «...llenamos los buques de una porción de ancianos, de achacosos, de enfermos e inútiles para la mar», palabras que serían refrendadas por el mayor general don Antonio de Escaño cuando escribió en su Informe sobre la Escuadra del Mediterráneo: «Esta escuadra hará vestir de luto a la Nación en caso de un combate, labrando la afrenta del que tenga la desventura de mandarla», de forma que, como puede observarse, la impresión de los oficiales de la flota española antes de la batalla era ya de por sí muy pesimista.

Incluso los altos mandos españoles habían expresado las nulas posibilidades en un enfrentamiento directo contra la flota inglesa, y propusieron una estrategia de esperar en el puerto el paso del invierno, a la par que la flota inglesa podía verse debilitada en la mar mientras los bloqueaban y soportaban las tormentas que pudieran surgir. Lamentablemente, Villeneuve que, como se ha comentado, había caído en desgracia ante el Emperador, buscaba recuperar la confianza perdida con una gran victoria, con lo que forzó el entablar batalla.


Estado de la flota inglesa

Por otro lado, la escuadra inglesa al mando del almirante Nelson estaba compuesta por marineros profesionales, casi todos con varios años de mar y amplia experiencia en combate. De hecho, eran los mismos marineros y buques que habían puesto en jaque a Francia y a España en varias ocasiones como en la Batalla del Cabo de San Vicente, en la Batalla del Nilo o en la ya comentada del Cabo Finisterre. Además se encontraba comandada por un almirante que se había convertido por méritos propios en toda una leyenda en Inglaterra y en el resto de Europa.

Horatio Nelson se había batido con éxito contra los daneses en Copenhague, contra los franceses en Aboukir, afianzó la posición de fuerza inglesa en el Mediterráneo y condujo el bloqueo contra Cádiz. A pesar de que el número de buques ingleses era menor que el de la flota combinada franco-española, la superioridad en cadencia de tiro y en capacidad de maniobra que le otorgaba su experta marinería la convertían en una fuerza insuperable para los espléndidos pero mal conservados y peor dotados buques españoles.


Sin embargo, y ante las órdenes del almirante Villeneuve de partir a pesar de los consejos de los comandantes españoles Cosme de Churruca y Federico Gravina, que opinaban que no era prudente hacerlo, la flota franco-española partió de Cádiz el 19 de octubre, encontrándose finalmente ambas flotas al amanecer del día 21 a pocas millas frente al Cabo de Trafalgar.

Orden de batallaOrden de batalla a las 12:00 horas

La flota aliada estaba compuesta por 33 navíos y la inglesa por 27 navíos.

* La flota francesa constaba de los siguientes navíos: Bucentaure, Formidable, Neptune, Indomptable, Algésiras, Plutón, Mont-Blanc, Intrépide, Swiftsure, Aigle, Scipion, Duguay-Trouin, Berwick, Argonaute, Achille, Redoutable, Fougueux y Héros.

* La española: Santísima Trinidad, capitaneado por Francisco Javier de Uriarte y Borja, navío Príncipe de Asturias, Santa Ana, Rayo, Neptuno, Argonauta, Bahama, Montañés, San Agustín, San Ildefonso, San Juan Nepomuceno, Monarca, San Francisco de Asís, San Justo, y San Leandro.

* La británica: Britannia, Royal Sovereign, HMS Victory, Dreadnought, Neptune, Prince, Temerarie, Tonnant, Achilles, Ajax, Belleisle, Bellerophon, Colosossus, Conqueror, Defence, Defiance, Leviathan, Mars, Minotaur, Orion, Revenge, Spartiate, Swiftsure, Thunderer, Africa, Agamemnon y Polyphemus.

La batalla
Batalla de Trafalgar, J. M. W. Turner (1806).
P.C.S. de Villeneuve, almirante francés encargado de dirigir la flota franco-española.

La flota inglesa, al mando de Nelson, atacó en forma de dos columnas paralelas a la línea en perpendicular formada por Villeneuve, lo que le permitió cortar la línea de batalla enemiga y rodear a varios de los mayores buques enemigos con hasta cuatro o cinco de sus barcos. En un día de vientos flojos, la flota combinada navegaba a sotavento, lo que también daba la ventaja a los ingleses y, para colmo de desdichas, Villeneuve dio la orden de virar hacia el noreste para poner rumbo a Cádiz en cuanto tuvo constancia de la presencia de la flota inglesa. El cuerpo español no estaba de acuerdo en esto. Villeneuve intentaba huir casi sin prestar batalla, cuando la flota combinada franco-española era superior en cuanto a navíos que la inglesa. El ataque de Nelson desorganizó completamente la línea; consiguiendo la división de ésta en dos. Esto permitió a la escuadra de Nelson capturar a los barcos franceses y españoles, cortar la línea y batirles con artillería por proa y popa, los puntos más vulnerables de este tipo de embarcaciones.

Muerte de Lord Nelson

El combate empezó al mediodía, cuando un cañonazo de un navío de la retaguardia de la combinada disparó contra el Royal Sovereign que mandaba Collingwood. Casi una hora y media después de empezar el combate, Horatio Nelson muere, alcanzado por un tirador del Redoutable. Villeneuve ordena al contralmirante Dumanoir dirigirse hacia el centro de la batalla; pero éste en un acto de cobardía huye con su barco, el Formidable, junto a tres más, el Mont-Blanc mandado por Lavillesgris; el Duguay-Trouin mandado por Touffet y el Scipion mandado por Berenguer. Estos cuatro barcos huídos (todos franceses) fueron apresados por la flota británica doce días después de la Batalla de Trafalgar, cuando intentaban ganar la costa francesa a la altura de Cabo Ortegal.


Derrota de españoles y franceses

En el espacio de dos horas, la mayoría de los navíos más importantes de la flota franco-española ya se habían rendido y ya no disparaban sus cañones. En este tiempo, Gravina, había sido herido y más tarde encontraron la muerte Alcalá Galiano en el Bahama y Cosme Damián Churruca en el San Juan Nepomuceno. Los comandantes quedaban la mayoría heridos, así como sus segundos. Casi al final del propio combate (hacia las 6 p.m.) el navío francés Achille del capitán Deniéport explotó. El motivo fue que se incendió la santabárbara.

A las seis y media de la tarde se finalizó el combate, quedando la combinada franco-española aniquilada en todos los sentidos. La mayoría de los barcos españoles y franceses que habían sido apresados por la flota británica fueron llevados a Gibraltar. Esa noche se desató una tormenta; algunos barcos no pudieron aguantar, como el Santísima Trinidad que se hundió con los heridos; otros pudieron llegar a las costas del Golfo de Cádiz.
El navío de línea Victory durante la batalla.


Los líderes muertos en combate

A pesar de saberse vencidos de antemano, y conocedores de su inferior posición táctica, los capitanes y las tripulaciones españolas y francesas se batieron con auténtica heroicidad durante horas contra un enemigo claramente superior, de tal forma que en algunas ocasiones ni siquiera quedó un oficial que rindiera el navío tras la batalla, puesto que muchos de ellos terminaron muriendo o fueron gravemente heridos en la cubierta superior, donde se encontraban a tiro de metralla de las carronadas y de los tiradores apostados en los palos de los buques enemigos. En Trafalgar murieron entre muchos otros, Cosme de Churruca alcanzado por un disparo de cañón en una pierna, Luis Pérez del Camino Llarena, Dionisio Alcalá Galiano y Francisco Alcedo y Bustamante. El vicealmirante Federico Gravina y Nápoli moriría meses más tarde a causa de las heridas sufridas en esta batalla.


Cuthbert Collingwood, que estuvo al mando del bando inglés tras la muerte de Nelson (m. 1810).

449 muertos
1.214 heridos 4.480 muertos, 2.250 heridos, 7.000 prisioneros, 22 barcos capturados/perdidos

Francia perdió doce de sus dieciocho barcos, con unos 3.300 muertos, más 1.200 heridos y unos 500 presos por los ingleses. Sólo un tercio de los 15.000 franceses participantes en la batalla volvieron un día a Francia. Inglaterra sufrió en Trafalgar 450 muertos (entre los que, aparte de Nelson, estaban trece de sus mejores oficiales), con 1.250 heridos. Un coste significativo en una victoria que, desde luego, consolidó el liderazgo incuestionable de la armada británica en todos los mares. Para los españoles, Trafalgar fue una derrota dura que pronto adquirió connotaciones trascendentes. Los efectos trágicos fueron bien patentes. España perdió diez de los quince barcos con los que luchó, con un total de 1.022 muertos, 2.500 heridos y unos 2.500 presos, del total de 12.000 españoles intervinientes en la batalla.

Un tirador de la cofa del Redoutable, comandado por el capitán Jean-Jaques de Lucas, acabó con la vida del almirante inglés Nelson durante el transcurso de la batalla al combatir el almirante con todas sus insignias y honores cosidos en su casaca y ser fácilmente distinguible del resto.

Consecuencias de la batalla

Esta batalla dio al traste con la intención de los franceses de invadir, o al menos bloquear, por mar a Inglaterra (tal y como el lord del Almirantazgo inglés John Jervis había dicho con sorna en 1801: «Yo no digo que los franceses de Napoleón no vayan a venir, pero desde luego, no vendrán por mar») y supone el comienzo del poderío naval inglés, que ostentará durante un siglo.


http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/a3/Horatio_Lord_Nelson.jpg
Villeneuve fue enviado preso a Inglaterra, pero fue puesto en libertad bajo palabra. Volvió a Francia en 1806. El 22 de abril de 1806 se le encontró muerto en su habitación del Hotel de Patrie en Rennes, apuñalado en el pecho seis veces. Se informó que Villeneuve se había suicidado y se le enterró sin ceremonia alguna. Probablemente fuera víctima de una ejecución extrajudicial ordenada por Napoleón o por elementos de su gobierno para evitar el bochornoso espectáculo de un juicio y posterior ejecución de un almirante derrotado en la capital del imperio.

Esta contienda naval no significó en absoluto la destrucción de la armada española, ya que de los aproximadamente 15 navíos españoles que combatieron, fueron menos de 7 los hundidos y la flota de guerra hispana contaba con 45 navíos de tres puentes que se pudrieron literalmente en los puertos españoles durante la Guerra de Independencia. Esa fue la verdadera lápida de los barcos españoles. La batalla, aunque hubiera sido una victoria franco-española, no hubiera tenido trascendencia en la guerra contra Inglaterra, ya que los ingleses hubieran podido rearmarse y llevar a las inmediaciones de Cádiz otra flota igual o superior (los ingleses tenían una armada de poco más de 100 navíos de línea) a la de Nelson y la escuadra combinada pese a vencer se hubiera visto obligada a repararse en Cádiz.

Con todo, la batalla de Trafalgar supuso para los británicos el dominio absoluto de los mares no sólo durante las campañas napoleónicas, sino también para la práctica totalidad del s. XIX. No en vano está dedicada a Trafalgar la plaza más importante de la ciudad de Londres; curiosamente, Leganés también tiene una calle dedicada a esta gran derrota española.

extraido en wikipedia

1 comentario:

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