El Imperio Otomano, gobernado por la casa de Osmán, fundó su pretendido universalismo en la misma voluntad de Dios y en la justicia de la conquista por medio de la guerra santa.
A lo largo de casi todo el quinientos, aquel absolutismo político religioso y la eficiencia de los planes bélicos en su triple frente del Danubio, Mediterráneo y Asia Anterior se mantuvieron incólumes gracias a un aguerrido ejército (cipayos y jenízaros).
Un cipayo era un miembro de una tropa de caballería de élite incluida dentro de las Seis Divisiones de la Caballería del Imperio Otomano y que normalmente procedía del Magreb. El estatus de los cipayos se asemejaba al de los caballeros europeos medievales. El cipayo era titular de un feudo concedido directamente por el Sultán Otomano, y tenía derecho a todos los ingresos del mismo a cambio de sus servicios como militar.
Los jenízaros constituían unidades de infantería adiestradas, eran la élite del Ejército otomano, y entre sus muchas misiones destacaba la de ser los encargados de la custodia y salvaguarda del Sultán Otomano, así como de las dependencias de palacio, siendo considerados su guardia pretoriana. Fueron abolidos y masacrados por el Sultán Mahmud II en 1826.
Los otomanos no conseguirían suficiente poder como para eliminar a sus enemigos inmediatos y establecer un verdadero Estado hasta el gobierno del hijo y sucesor de Osmán, Orhan I (1324-1360). La clave de su reinado fue la conquista de Nicea en 1331 y Bursa. Esta última no sólo proporcionó la capital, sino los útiles necesarios para crear una administración otomana. Pudo acabar también con la amenaza de sus vecinos turcomanos, Aydin.
Tras la caída de Aydin, serán los otomanos los que ayudarán al candidato al trono bizantino, enfrentado a Juan Paleólogo, tomándose como recompensa el derecho a saquear el territorio bizantino a lo largo del Egeo, en Tracia, y la mano de la hija de Juan Cantacuceno, Teodora.
Para defender a Europa de la amenaza turca, el Papa proclamó una bula llamando de un modo formal a la Cruzada hacia 1366, que fue un fracaso en «la ruta de los serbios». Los otomanos siguieron la política islámica tradicional de tolerancia hacia los zimmíes, o "gente del libro", que tenían derecho de protección sobre sus vidas, propiedades y creencias religiosas siempre que aceptasen un gobierno musulmán y pagaran los tributos que les eximían del servicio militar.
La decadencia otomana comenzó después de la muerte de Solimán el Magnífico, en 1566. Éste restauró, durante su reinado, el poder del Gran Visir y fue generoso con los jenízaros, permitiéndoles casarse. Desarrolló una considerable actividad legisladora que se centró principalmente en la organización del ejército, el feudalismo militar, la propiedad territorial y el sistema tributario. También llevó a cabo personalmente varias campañas militares.
La más famosa fue el asedio de Viena en 1529, en la que fracasó. Durante su reinado, el Estado otomano alcanzó su máximo grado de desarrollo civil. Reunió la legislación en el Kanunname y concedió las Capitulaciones a Francia en 1535, lo que se considera una de las causas de la decadencia otomana posterior. Así mismo, le concedió mucha importancia a las artes y embelleció a Estambul.
Fuente: curiosomundoazul.blogspot.com
A lo largo de casi todo el quinientos, aquel absolutismo político religioso y la eficiencia de los planes bélicos en su triple frente del Danubio, Mediterráneo y Asia Anterior se mantuvieron incólumes gracias a un aguerrido ejército (cipayos y jenízaros).
Un cipayo era un miembro de una tropa de caballería de élite incluida dentro de las Seis Divisiones de la Caballería del Imperio Otomano y que normalmente procedía del Magreb. El estatus de los cipayos se asemejaba al de los caballeros europeos medievales. El cipayo era titular de un feudo concedido directamente por el Sultán Otomano, y tenía derecho a todos los ingresos del mismo a cambio de sus servicios como militar.
Los jenízaros constituían unidades de infantería adiestradas, eran la élite del Ejército otomano, y entre sus muchas misiones destacaba la de ser los encargados de la custodia y salvaguarda del Sultán Otomano, así como de las dependencias de palacio, siendo considerados su guardia pretoriana. Fueron abolidos y masacrados por el Sultán Mahmud II en 1826.
Los otomanos no conseguirían suficiente poder como para eliminar a sus enemigos inmediatos y establecer un verdadero Estado hasta el gobierno del hijo y sucesor de Osmán, Orhan I (1324-1360). La clave de su reinado fue la conquista de Nicea en 1331 y Bursa. Esta última no sólo proporcionó la capital, sino los útiles necesarios para crear una administración otomana. Pudo acabar también con la amenaza de sus vecinos turcomanos, Aydin.
Tras la caída de Aydin, serán los otomanos los que ayudarán al candidato al trono bizantino, enfrentado a Juan Paleólogo, tomándose como recompensa el derecho a saquear el territorio bizantino a lo largo del Egeo, en Tracia, y la mano de la hija de Juan Cantacuceno, Teodora.
Para defender a Europa de la amenaza turca, el Papa proclamó una bula llamando de un modo formal a la Cruzada hacia 1366, que fue un fracaso en «la ruta de los serbios». Los otomanos siguieron la política islámica tradicional de tolerancia hacia los zimmíes, o "gente del libro", que tenían derecho de protección sobre sus vidas, propiedades y creencias religiosas siempre que aceptasen un gobierno musulmán y pagaran los tributos que les eximían del servicio militar.
La decadencia otomana comenzó después de la muerte de Solimán el Magnífico, en 1566. Éste restauró, durante su reinado, el poder del Gran Visir y fue generoso con los jenízaros, permitiéndoles casarse. Desarrolló una considerable actividad legisladora que se centró principalmente en la organización del ejército, el feudalismo militar, la propiedad territorial y el sistema tributario. También llevó a cabo personalmente varias campañas militares.
La más famosa fue el asedio de Viena en 1529, en la que fracasó. Durante su reinado, el Estado otomano alcanzó su máximo grado de desarrollo civil. Reunió la legislación en el Kanunname y concedió las Capitulaciones a Francia en 1535, lo que se considera una de las causas de la decadencia otomana posterior. Así mismo, le concedió mucha importancia a las artes y embelleció a Estambul.
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