Los visigodos (gótico por 'godos ilustres', más tarde denominados «godos del oeste», en comparación con los ostrogodos, gótico por 'godos egregios', más tarde denominados «godos del este» — en alemán Greutungen u Ostrogoten u Ostgoten)1 2 fueron un pueblo germánico que penetró en el Imperio romano tardío. Los visigodos fueron la rama occidental de los pueblos godos. Después de la caída del Imperio romano occidental, los visigodos tuvieron un papel importante en Europa durante los 250 años que siguieron.
Los godos, aprovechando la pasividad de los emperadores romanos con respecto a Germania, se establecieron allí, hasta que a principios del siglo III se instalaron a orillas del mar Negro, en la zona de Crimea, de donde fueron expulsados por los hunos en 376. Para entonces los godos se habían desgajado en dos grupos: visigodos y ostrogodos.
El pueblo de los godos fue nombrado ya por Tácito, que los llamó gotones. Entonces habitaban el norte de Germania, en tierras que antes poblaron boyos, getas y escitas. Ampliaron sus territorios e incorporaron a otros grupos vecinos (de origen germano y sármata) y dominaron del Theiß (en alemán) o Tisza al Don y del Ponto al Báltico.
Integraron la nación de los godos pueblos diversos: hérulos, rugios, lemovios, esciros, helvecones, sidenios, turcilingos, gépidos, vándalos y otros, algunos de los cuales acabaron desapareciendo en el conjunto, mientras que otros formaron sus propios grupos. Los godos, propiamente dichos, se dividían en tervingos (Theruingi) y greutungos (Greuthungi). Los tervingos, 'gente boscosa', poblaron el territorio entre los Cárpatos y el Dniéper y los greutungos, 'gente de la estepa', las estepas ucranianas al este del Dniéper. Así, este río servía de límite entre ambos grupos y los tervingos fueron llamados west goths ('visigodos') por situarse en occidente (West en germano), y los greutungos fueron llamados ost goths ('ostrogodos') por situarse en el este (Ost en germano). Otra versión atribuye la denominación de visigodos a la palabra germana wisgoths, traducida por 'hombres fuertes'.
Durante el siglo III ambos grupos, ostrogodos y visigodos, efectuaron incursiones contra el Imperio, destacando las del 251 (contra Moesia y Tracia), la del 258–259 (contra la costa del Mar Negro, Propóntide, las islas del Egeo, Éfeso, Atenas y otros puntos) y la del 269 (contra Creta, Chipre, Tesalónica y otros puntos). Entre los años 270 y 273, el emperador romano Aureliano abandonó la Dacia, región sobre el norte del Danubio, permitiendo su ocupación por los godos. Allí permanecieron durante más de un siglo sin tener conflictos con los romanos, a cuyos ejércitos suministraban tropas.
Cristianización
En el año 332 celebraron un tratado con los romanos que perduró unos 35 años, fecha en que el obispo y jefe godo Ulfilas tradujo la Biblia al gótico y promovió la conversión de los godos al arrianismo, una secta oriental del cristianismo que en Occidente fue declarada herejía en el año 325 (concilio de Nicea).
Conflicto con los hunos
Hacia el año 370 estaban gobernados por un rey llamado Hermanarico o Ermrich, el primer rey histórico de la dinastía de los Amalos, quien hubo de enfrentarse en el 375 a los hunos dirigidos por Balamir. Hermanarico, ya anciano, fue gravemente herido en un atentado y se suicidó ante una inminente derrota, sucediéndole Vitimiro o Winithar, cuyo intento de resistir a los hunos no tuvo éxito y él mismo resultó muerto. Los magnates ostrogodos eligieron un nuevo rey para su pueblo (la dinastía legítima ostrogoda de los Amalos preconizaba el mantenimiento de la unidad de todos los grupos godos, bajo su dirección) y se sometieron a los hunos. Pero los visigodos, que eran unos doscientos mil, se reunieron en la orilla norte del Danubio y pidieron al Imperio, contra el que habían combatido unos años antes, que les aceptara en sus territorios y se les otorgaran tierras donde asentarse. Una parte de los ostrogodos, a cuyo frente figuraba el rey niño Viderico, de la dinastía legítima de los Amalos, marchó con los visigodos, y uno de sus descendientes enlazó años después con la dinastía ostrogoda (en tiempos de Teodorico el Grande).
Penetración en el Imperio romano
Al grupo (esencialmente formado por visigodos) se le permitió asentarse en la orilla sur del Danubio y los Balcanes (Tracia y Moesia). Muchos de los que se asentaron en Moesia se convirtieron en campesinos y fueron conocidos como mesogodos. Parece ser que existía un jefe o juez llamado Atanarico, pero fue suplantado por Fritigern o Fritigerno, que era arriano y contó con ayuda del emperador Valente (también arriano). Pero la explotación a que fueron sometidos por los funcionarios imperiales y por jefes militares romanos les creó una situación insostenible para su orgullo.
Fritigerno y los magnates visigodos presentarían quejas y el general romano Lucipino intentó asesinar a Fritigern durante un banquete; el intento fracasó y Lucipino resultó muerto. Fritigerno y los visigodos se rebelaron (377) en Marcianópolis (Moesia Inferior), venciendo a las fuerzas imperiales en Adrianópolis (9 de agosto de 378) en cuyo combate murió el emperador Valente. Su sucesor, Teodosio, tras combatirles algún tiempo, ajustó con ellos la paz (381), pero hubo de asentarlos más firmemente en el Imperio y darles un papel importante en el ejército.
Fritigerno parece haber gobernado hasta después del 380, y la sucesión debió recaer en Badengaudo, de la familia de los Baltos. Aunque el arrianismo fue condenado por la Iglesia desde el 381, los visigodos se conservaron fieles a esta doctrina. Los godos tuvieron como primer obispo a Ulfilas, que tradujo la Biblia al gótico. Los visigodos obtuvieron una participación destacada en las guerras civiles del 388 (contra Magno Clemente Máximo) y 394 (contra el pagano Eugenio). Cuando murió Teodosio (17 de enero de 395) los visigodos estaban gobernados por Alarico I, hijo de Badengaudo; Alarico fue el primero que gobernó sobre la totalidad de los visigodos; con él se restauró plenamente la dinastía de los Balthos o Baltos. Alarico atacó Constantinopla y asoló Grecia (395 y 396). El general Estilicón logró expulsarlos de Grecia, pero el emperador, temeroso del poder del general, designó a Alarico gobernador de Iliria, logrando con ello cinco años de paz (396 a 401).
El saqueo de Roma
En 401, Alarico marchó contra Italia pero fue vencido cerca de Pollentia (6 de abril de 402) y después en Verona. Probablemente Estilicón negoció con Alarico su ayuda contra otros bárbaros como Radagaiso, y se cree que le fue ofrecida la confirmación como Magister Militum y gobernador de Iliria, con unos límites que entraban en contradicción con las reivindicaciones territoriales de Oriente.
El partido nacionalista romano, tal vez instigado por el gobierno de Constantinopla, acusó a Estilicón de preparar la entrega del Imperio a Alarico y urdió un complot. Estalló una revuelta de tropas que obligó a Estilicón a refugiarse en una iglesia, siendo asesinado en el momento de salir (tras prometérsele que salvaría la vida si salía) por Olimpo, bajo órdenes del emperador Honorio (23 de agosto de 408). Alarico regresó a Italia y obtuvo nuevas concesiones de Honorio que se había establecido en Rávena, pero una vez que se retiraron los visigodos, Honorio no mantuvo sus promesas. Los visigodos marcharon hacia Roma y apoyaron la proclamación de un usurpador llamado Prisco Atalo (409), que era de origen jonio y probablemente arriano, el cual concedió a Alarico el título de Magister Militum.
Pero Atalo no quiso o no pudo cumplir sus promesas y el rey visigodo regresó a Roma poniéndole sitio, por primera vez en su historia desde la invasión gala Roma cae ante un rey extranjero, luego de ser tomada por Alarico, este depuso al usurpador (24 de agosto de 410) y sus hombres saquearon la Ciudad Eterna durante tres días, tras lo cual la abandonaron llevándose con ellos a Atalo y a Gala Placidia, hermana de Honorio.
De Roma pasaron al sur devastando Campania, Apulia y Calabria. Alarico murió en el sitio de Cosenza (410) y le sucedió su cuñado Ataúlfo. Éste pactó con Honorio la salida de Italia a cambio de la concesión del gobierno de las Galias (territorios que escapaban del control de Roma, pues se habían sometido a Constantino). La caída de Roma fue un golpe muy duro para todo el mundo romano de esa época, porque a la Ciudad Eterna se la creía inexpugnable.
Asentamiento en las Galias
Los visigodos bajo Ataúlfo dejaron Italia (412) y fueron al sur de Galia y el norte de Hispania. Las largas y complejas luchas de Ataúlfo para dominar el sur de las Galias le ocuparon varios años (411 a 414). En el 414 el rey Ataúlfo, que tras una alianza con Honorio y con el Magister Militum Constancio, había vuelto a actuar por su cuenta, se casó con Gala Placidia, hermana de Honorio que había sido raptada por Alarico. Constancio fue enviado a la zona y los visigodos fueron derrotados en Narbona. Constancio logró desviar a Ataúlfo hacia Hispania (lo que le permitía conservar el sur de la Galia), y los visigodos entraron en la Tarraconense el 415.
Ese mismo año Ataúlfo fue asesinado en Barcelona. Walia, su sucesor, trata de establecer a su pueblo en África, pero una tempestad da al traste con sus intenciones. Los visigodos, faltos de víveres, proponen una alianza con el Imperio romano, en nombre del cual se encargaría de combatir a los suevos, alanos, vándalos asdingos y silingos que ocupaban las provincias de Hispania, excepto la Tarraconense[cita requerida] y a entregar a Gala Placidia; a cambio Honorio les enviaría suministros. Así, los visigodos acaban con los vándalos silingos de la Bética y los alanos de la Lusitania, pero Honorio cambia de planes y vuelve a instalar a los visigodos en la Galia en el 418.
Reino visigodo de Tolosa
Artículo principal: Reino visigodo de Tolosa
La cúspide del poder visigodo fue alcanzada durante el reinado de Eurico (466–484), quien completó la conquista de España, salvo la Gallaecia (en poder de los suevos hasta el 586, año que la conquistó Leovigildo).
En 507, Alarico II fue derrotado en Vouillé por los francos de Clodoveo I, perdiendo todas sus posesiones al norte de los Pirineos excepto la Septimania o Galia Narbonense (de población galorromana). Esta provincia, de vital importancia para el comercio de la época, se mantuvo hasta el final en poder del Reino Visigodo de Hispania. Las ciudades de Narbona y Toledo (la capital de Hispania) constituyeron los polos de la política visigoda.
Reino visigodo de Toledo
Entraron en la península con el encargo de someter a otros pueblos germánicos a cambio de tierras. Arrinconaron a los suevos en Galleacia, acabaron con los alanos y obligaron a los vándalos a trasladarse a África.
Tras un período de dominación ostrogoda, Amalarico se restablece la independencia del reino y establece la capital en Narbona, hasta que los francos penetran en la Narbonense y huye a Barcelona. Posteriormente Toledo llegaría a constituirse en la nueva capital visigoda de Hispania.
Bajo el reinado de Atanagildo los bizantinos se instalaron en el Levante, y no fueron expulsados hasta el reinado de Suintila en el 625. Durante el reinado de Leovigildo se consolida el estado visigodo al que se incorpora el reino suevo. Su sucesor Recaredo se convierte al catolicismo y bajo su reinado tiene lugar el III Concilio de Toledo.
El rey Recesvinto impuso (hacia 654) la ley visigótica común a ambos súbditos godos y romanos, que hasta entonces habían vivido bajo diferentes códigos legales (ver leyes Germánicas). Los Concilios de Toledo se convirtieron en la fuerza principal del Estado visigodo, como consecuencia del debilitamiento de la monarquía.
Con Leovigildo se produjo la unificación territorial de la Península Ibérica, permitiéndose los matrimonios con hispanorromanos. Con Recaredo se produjo la unificación religiosa. Se abandonó el arrianismo y el reino se convirtió oficialmente al catolicismo, iniciándose el distanciamiento de la Iglesia de Roma (favorable a Bizancio, en cuanto que heredera del Imperio romano). A partir de entonces, se disolvieron las diferencias etnográficas entre godos e hispanorromanos, abandonándose varias costumbres godas. Con Recesvinto, se produjo la unidad legislativa bajo un único Código de Derecho, el Liber Iudiciorum.
Final del Reino Visigodo de Hispania
A finales del siglo VII d. C., las luchas internas por el poder entre dos grandes ramas de la nobleza y el clero son continuas.
Además de la crisis social y económica, llevaron al reino visigodo a una situación límite de su control. El rey Wamba, sucesor de Recesvinto, combatía a los vascones en el norte de la Península cuando surgió una nueva rebelión en la Septimania y aunque consiguió apaciguarla, fue depuesto en extrañas circunstancias.
Las contiendas se generalizaron durante los reinados de Égica y Witiza. Cuando el último rey, Rodrigo, alcanzó el trono, sus rivales se avocaron al líder musulmán norteafricano Táriq Ibn Ziyad, quien, con su victoria (711) en la Batalla de Guadalete, cerca de Medina Sidonia, inicia la conquista del reino. Entre el año 716 y el 725, los musulmanes conquistan la Septimania, última provincia visigoda, poniendo fin al Reino Visigodo e inaugurando el período islámico en la historia de España.
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