El surgimiento de los Imperios Coloniales

El Tratado de Tordesillas y el surgimiento de los imperios coloniales.
Tras la unificación dinástica de los reinos de Castilla y Aragón, en 1469, y la conquista de los territorios musulmanes en la península, concretada con la toma de Granada en 1492, los Reyes Católicos debieron hacer frente a un nuevo reto: la apertura de nuevas rutas comerciales a Oriente.

Por entonces, el comercio con las tierras orientales estaba monopolizado por los turcos otomanos, que bloqueaban las rutas marítimas, mientras que el comercio terrestre se encontraba en manos de Génova y Venecia.

El Reino de Portugal, unificado con anterioridad, se encontraba en una situación similar que el de Castilla y Aragón, por lo que, desde ambos reinos, se alentaron diversas expediciones marítimas con el objetivo de abrir estas nuevas rutas.

En esta labor, destacaron navegantes como Vasco da Gama o Magallanes, los cuales encontraron nuevas rutas marítimas para el comercio con la India y Cipango (Japón), y establecieron importantes colonias en diversos puntos de la costa africana, que otorgaron a Portugal un gran poder comercial durante un largo período.

Pero el descubrimiento que más trascendencia tuvo, fue el protagonizado por el marino genovés Cristóbal Colón, cuyos viajes, financiados por los Reyes Católicos, permitieron la llegada de los primeros europeos a lo que se conocería posteriormente como América, abriendo de esta manera nuevos horizontes comerciales que harían de España la principal potencia económica, política y militar durante casi trescientos años.

Tras enterarse el monarca portugués, Juan II, de los descubrimientos de Colón, reclamó parte de los territorios descubiertos como suyos, escudándose en el Tratado de Alcaçovas firmado en 1479 entre Alfonso V de Portugal y los Reyes Católicos, según el cual los territorios ubicados al sur de las Islas Canarias pertenecían a Portugal. Los Reyes Católicos negaron tales demandas, alegando que la navegación se había efectuado al oeste, y no al sur de Canarias.

Para solucionar la disputa, Isabel y Fernando acudieron al papa Alejandro VI, para que mediase. Mediante cuatro bulas, el pontífice repartió los territorios descubiertos entre Castilla-Aragón y Portugal. Se fijó el meridiano divisorio a 100 leguas al oeste de Cabo Verde, siendo la zona occidental castellana y la oriental portuguesa. Este acuerdo se concretó con la firma del

De esta manera, quedaron marcadas las zonas de influencia de los que fueron dos de los más grandes imperios coloniales de la época. Esta división tendría profundas repercusiones en los movimientos emancipatorios latinoamericanos y en el surgimiento de las nuevas naciones, trescientos años después.

Fuente(s): http://claseshistoria.com/america/colonial-surgimiento.html







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