Biografía de Juan Calvino

Juan Calvino (10 de julio de 1509 – 27 de mayo de 1564), bautizado con el nombre de Jean Cauvin, latinizado como Calvinus, fue un teólogo francés, considerado uno de los padres de la  reforma protestante. Más tarde, las doctrinas fundamentales de posteriores reformadores se identificarían con él, llamando a estas doctrinas “calvinismo”. Particularmente los “5 puntos del calvinismo” surgen como contraposición a las doctrinas de Jacobo Arminio
Juan Calvino, nacido Jean Cauvin en Noyon (Picardía) a unos 100 km al norte de París, Francia, era hijo de Gérard Cauvin y Jeanne Lefranc. Fue excelente en sus estudios y profundamente religioso desde su juventud.

Sus primeros estudios estuvieron destinados a la carrera eclesiástica. Su formación inicial la recibió en el College de la Marche y en el College de Montaigne (allí estudiaron Erasmo e Ignacio de Loyola). El padre de Calvino era abogado y en 1523 envió a su hijo, que por entonces tenía 14 años, a la Universidad de París a estudiar Humanidades y Derecho. A instancias de su padre, que pretendía que Juan Calvino siguiera el camino de las leyes, se matriculó en las universidades de Orleáns y Bourgues. En 1532, se doctoró en Derecho en Orléans. Durante su paso por los claustros universitarios tomó contacto con las ideas humanistas y reformadas. En abril de 1532, cuando contaba 22 años de edad, publicó un comentario sobre el De Clementia de Séneca, trabajo que puso en evidencia sus dotes como pensador. No está del todo claro el momento en que Calvino se convierte al protestantismo.


Su conversión

No se sabe con certeza cuándo ni cómo fue su conversión, pero sí sabemos que el uno de noviembre de 1533 ocurrió un accidente que muestra que se había operado un cambio drástico en sus convicciones religiosas. El rector de la Universidad de la Sorbona en París, Nicolás Cop el amigo de Calvino, pronunció un discurso en ocasión de la apertura del año académico; pero más que un discurso, fue un sermón que mostraba una clara influencia tanto de Erasmo como Lutero. En este sermón, Nicolás Cop defendió la doctrina de la justificación por los méritos de Cristo, a la vez que protestó contra los ataques y persecuciones de que eran objeto los que disentían de la Iglesia de Roma: "Herejes, seductores, impostores malditos, así tienen la costumbre el mundo y los malvados de llamar a aquellos que pura y simplemente se esfuerzan en insinuar el evangelio en el alma de los fieles". Y luego añadió: "Ojalá podáis, en ese periodo infeliz, traer la paz a la Iglesia más bien con la palabra que con la espada".

El discurso cayó como una bomba en la universidad y en otros sectores, a tal punto que el Parlamento inició un proceso contra él. Por otra parte, comenzó a correr el rumor de que la mano de Calvino estaba detrás de la redacción del discurso,. "Si Calvino no escribió el discurso, por lo menos lo influyó en tono y contenido, que era profundamente protestante".

Un mes más tarde, cuando Nicolás Cop se dirigía al Parlamento para responder el sumario que se había preparado en su amigo diputado le envió una nota advirtiéndole que debía escapar por su vida, pues el Parlamento estaba siendo presionado por la corona para que fuese condenado. Es así como Calvino y Nicolás Cop deciden escapar de París. Con poco más de 20 años adoptó los puntos de vista de Lutero: negación de la autoridad de la iglesia de Roma por derecho divino, negando la sucesión apostólica desde el apóstol Pedro, y dando primordial importancia de la Biblia como única regla de fe y conducta ("Sola fides, sola Scriptura"), destacando la doctrina de la justificación del hombre por medio de la gracia.


Calvino en Ginebra

La reforma continuaba en Europa gracias a la obra de algunos reformadores. Tal vez uno de los más extraordinarios fue el pastor de origen francés Guillaume Farel, quien después de ser perseguido y apedreado[cita requerida], gracias a su voluntad logró influir en la expulsión de Ginebra de la iglesia de Roma. Así, el 21 de mayo de 1536 consiguió en la plaza pública de Ginebra, mediante la institución de la teocracia, que todos aceptaran vivir "según el Evangelio y la palabra de Dios", lo cual le abre las puertas de un poder enorme: el de unir el Evangelio y la palabra de Dios al gobierno.

Al enterarse Farel de que Calvino en su viaje a Saboya pernoctaba en Ginebra, lo visitó donde éste se hospedaba y lo convenció de que permaneciese en Ginebra para realizar la obra que Farel reconocía superior a sus fuerzas. Calvino, de 26 años, era ya reconocido en toda Europa por su obra recién publicada y que trataba sobre el asentamiento institucional del cristianismo reformado.

Calvino se establece en la ciudad de Ginebra como lector de la Santa Escritura en la iglesia de San Pedro. Pero Calvino y Farel no se limitaron a la obra en Ginebra. A finales de septiembre de 1536 ambos viajaron a la ciudad de Lausana, donde se encontraba Pedro Viret (intimo amigo de Calvino) laborando como pastor. La razón de su viaje era participar en un debate auspiciado por la ciudad de Berna, con el propósito de decidir cuál religión habría de predominar en los territorios circundantes que Berna había conquistado del Duque. Viret y Farel serían los exponentes del lado protestante (se suponía que Calvino no tomaría parte activa en la discusión); y de los 174 sacerdotes que aceptaron la invitación del lado Católico, sólo 4 de ellos participaron en el debate.

La catedral de Lausana se abarrotó de personas. Cinco diputados de Berna acudieron para darle un carácter oficial al asunto; también contaban con secretarios que debían copiar la discusión palabra por palabra. Farel fue el primero en hablar; durante una semana presentó diez tesis que eran rebatidas por el lado católico, quienes acusaron a los protestantes de ignorar la tradición de los primeros padres de la iglesia sobre el asunto de la presencia de Cristo en la Eucaristía. "Si conocieráis lo que los padres dijeron, veríais que vuestra posición es falsa y condenada". Calvino se sintió exasperado por esa declaración.

Las horas que había pasado estudiando los primeros padres de la iglesia, cuando era estudiante en París, le fueron de gran ayuda. Se levantó y empezó a refutar al orador católico. Con asombrosa memoria empezó a citar a Cripiano, Tertuliano, Crisóstomo, Agustín y muchos otros. Y no se limitaba a mencionar el autor, sino que Calvino identificaba y citaba el libro y el capítulo en el cual el Padre de la Iglesia había escrito sobre tal tema. Argumentaba de una forma intachable. Cuando terminó, la multitud estaba grandemente excitada. El pueblo se apretujaba y aclamaba con entusiasmo al joven orador desconocido.

Un monje franciscano alzó la voz diciendo que esta era la verdadera doctrina. Pidió a Dios que le perdonara sus pecados por haber estado enseñando y siguiendo los falsos dogmas de Roma durante tantos años. Muchos otros estuvieron de acuerdo con él, a pesar de que no se expresaron en forma tan efusiva. En los meses que siguieron, 120 sacerdotes y 80 monjes de los distritos circundantes se convirtieron a la fe protestante, que había pasado a ser la religión oficial en tales territorios.

Mientras tanto, en la ciudad de Ginebra Calvino se había convertido en el principal colaborador de Guillermo Farel en la tarea de proseguir en el proceso de reforma. Para tales fines, en noviembre de 1536 Calvino presentó ante el Consejo una Confesión de Fe de 21 artículos que el pueblo debía aceptar bajo juramento. Y unos meses más tarde, a mediados de enero de 1537, los dos predicadores presentaron otro documento en el que pedían cuatro reformas básicas para la Iglesia de Ginebra:

1. Que nadie participase de la Santa Cena si no es con verdadera piedad y genuina reverencia. "Por tal razón y a fin de mantener la integridad de la Iglesia, es necesaria la disciplina". Calvino también pedía que la Cena del Señor se celebrara con más frecuencia. 2. Que se reformaran las leyes concernientes al matrimonio según la Palabra, "ya que el Papa las ha confundido de tal modo, dictando decretos a su antojo". 3. Que los niños fuesen catequizados por sus padres, y que en ciertas ocasiones del año comparecieran ante los pastores para asegurarse de que realmente estaban aprendiendo la Palabra de Dios. 4. Que el pueblo participara activamente en los servicios de adoración cantando salmos. "Hay salmos que deseamos sean cantados en la iglesia. Si se adopta la reforma, la gente tendrá que cantar en las iglesias. No han cantado durante siglos. Ni siquiera han entendido el latín cantado por los sacerdotes. Ahora, en vez de ser mudos espectadores, tendrán una parte en el culto. Con ello adorarán a Dios, cantando sus alabanzas, y darán gracias a Dios de común acuerdo".

El consejo aceptó sin problemas los últimos 3 puntos; pero el asunto de la excomunión era otra cosa. Los magistrados se resistían a "cambiar lo que ellos consideraban como tiranía clerical católica por un nuevo yugo protestante". Calvino, por su parte, se sentía cada vez más decepcionado por el estado moral del pueblo.

La tensión llegó a tal punto que el Consejo de la ciudad ordenó a Farel y a Calvino que dejasen de predicar; pero ambos desobedecieron la orden y se negaron a administrar el sacramento, por lo que el Consejo decidió expulsarlos de Ginebra. Y fue así como, el 25 de abril de 1538, Calvino y Farel abandonaron la ciudad.

Uno de los capítulos oscuros de la vida de Juan Calvino es el asunto al tratamiento de los llamados "herejes", específicamente el caso de Miguel Servet. Calvino no sólo instigó al juicio en contra de Servet, sino que apoyó la sentencia de que fuera quemado en la hoguera junto con sus libros, pese a que ésta práctica católica era repudiada por la mayoría de las congregaciones protestantes, quienes habían sufrido y sufrian en carne propia estos desmanes.

El exilio en Estrasburgo

Al salir de Ginebra los dos predicadores se dirigieron a la ciudad de Berna, la cual envió una delegación a Ginebra para tratar de resolver el asunto. Las discusiones no llegaron a nada, por lo que Calvino y Farel decidieron tomar el rumbo hacia Basilea, a unos 200 km de allí, a la cual arribaron a fines de mayo de 1538. En una carta que Calvino envió a un amigo le daba a conocer lo difícil que fue aquel viaje. Muy pronto Farel recibió una invitación de urgencia para ir a la ciudad de Neuchatel, que había aceptado la reforma. Calvino, habiéndose quedado solo en Basilea, fue invitado por algunos pastores de Estrasburgo a que aceptara el pastorado de una iglesia de refugiados franceses. Ahora, con 29 años de edad, pasó tres años en Estrasburgo, en donde disfrutó de un tiempo de mucha tranquilidad y sosiego. Allí se dedicó a escribir (un himnario con 18 salmos, el credo apostólico con música, 17 capítulos de su "institución", estudio sobre la Carta a los romanos, entre otros). El francés que usó en su segunda edición de sus Instituciones fue hermoso y pulido, tanto que Calvino ha venido a ser conocido posteriormente como padre del francés moderno, del mismo modo que Lutero por su traducción de la Biblia ha sido llamado padre del alemán moderno.


De vuelta a Ginebra

Durante su estancia en Estrasburgo, la situación en Ginebra se tornaba cada vez peor, de tal manera que el Concilio General de la Ciudad le pidió a Calvino que retornara como pastor. Calvino recibió la carta estando en la ciudad de Worms, donde había sido enviado por la ciudad de Estrasburgo como representante en cuatro Dietas convocadas de nuevo por el Emperador Carlos, entre los años 1539 al 1541 (allí Calvino desarrolló una muy buena amistad con Felipe Melanchton que duró 24 años, hasta la muerte de éste; también mantuvo una amistad epistolar con Lutero, pero nunca llegaron a conocerse personalmente). Al leer la carta, Calvino estalló en llanto. "Preferiría cien otras muertes antes que aquella cruz, sobre la cual tendría que morir mil veces al día". Era una decisión muy difícil para él, pero después de 10 meses de mucha lucha, finalmente decidió regresar.

Calvino regresó a Ginebra el 13 de septiembre de 1541 para no salir de allí nunca más. Al subir al púlpito por primera vez, abrió su Biblia en el mismo versículo que continuaba en su exposición que quedó suspendida tres años antes. Predicaba varias veces el domingo y, durante algunas semanas, todos los días restantes. Durante este tiempo un hombre llamado Denis Raquenier comenzó a tomar notas de los sermones de Calvino en taquigrafía para su propio provecho; su labor fue tan precisa y completa (casi no dejaba escapar palabra), que gracias a ese esfuerzo contamos hoy con una inmensa cantidad de sermones suyos a nuestra disposición.

Muchos protestantes que escaparon de Francia, de Escocia y de Inglaterra, huyeron hacia Ginebra de tal manera que, en poco tiempo, la población se duplicó a más de 20.000 personas. Entre los protestantes escoceses se encontraba John Knox, quien llegó a decir de la Iglesia en Ginebra que era la más perfecta escuela de ¨Cristo que alguna vez haya habido en la tierra desde los días de los apóstoles. Durante su estancia allí, Knox formó parte de un equipo que finalmente publicó la llamada Biblia de Ginebra, para el pueblo de habla inglesa. Fue la primera Biblia con notas teológicas al margen, muchas de las cuales no eran más que una extensión del ministerio de predicación de Calvino. Esta vino a ser la versión predominante entre los puritanos ingleses por los próximos 100 años y fue la Biblia que los peregrinos del Mayflower llevaron consigo a América.

Ginebra se convirtió en una escuela de preparación de líderes. La academia de Ginebra se estableció en 1559 y, para el tiempo en que el sucesor de Calvino, Teodoro Beza, se retiró, se habían entrenado unos 1600 hombres para el ministerio. De igual manera, inspirados por la visión de Calvino, Ginebra se convirtió en un núcleo misionero muy importante.

Este esfuerzo evangelístico produjo resultados sorprendentes, sobre todo en Escocia (con John Knox) y en Francia. En 1555 sólo había una iglesia Reformada completamente organizada en Francia. Siete años más tarde eran cerca de 2000, algunas de ellas con un tamaño considerable. Durante la década de 1560, más de 2 millones de franceses pertenecían a tales iglesias (en una población de 20 millones).

No debemos suponer que este fue un tiempo de paz para Calvino. Aparte de todas las aflicciones físicas que padecía, Calvino era constantemente atacado por los miembros del partido de los Libertinos, quienes se vanagloriaban de su vida licensiosa, pero al mismo tiempo pretendían participar de la Cena del Señor, algo que Calvino nunca permitió. En cierta ocasión, un miembro de este partido, Philibert Berthelier, fue excomulgado por su promiscuidad sexual y, por lo tanto, se le prohibió participar de la Cena. El Concilio de la Ciudad revocó la decisión, de modo que Berthelier se apareció en la iglesia con hombres armados con espada y dispuestos a pelear. Calvino descendió del púlpito, se interpuso entre la turba y la mesa de de la Comunión, y les dijo: "Pueden quebrar estas manos, pueden cortar estos brazos, pueden tomar mi vida, mi sangre es vuestra, pueden derramarla; pero nunca me forzarán a dar las cosas santas al profano y deshonrar esta mesa de mi Dios". Los libertinos no tuvieron más remedio que salir de la iglesia.
Calvino finalmente expiró a la edad de 54 años, en mayo de 1564, en brazos de Teodoro Beza, su sucesor.


El testamento de Calvino

Ante la proximidad de su muerte, Calvino redactó su testamento, diciendo: «Doy testimonio de que vivo y me propongo morir en esta fe que Dios me ha dado por medio de Su Evangelio, y que no dependo de nada más para la salvación que la libre elección que Él ha hecho de mí. De todo corazón abrazo Su misericordia, por medio de la cual todos mis pecados quedan cubiertos, por causa de Cristo, y por causa de Su muerte y padecimientos. Según la medida de la gracia que me ha sido dada, he enseñado esta Palabra pura y sencilla, mediante sermones, acciones y exposiciones de esta Escritura. En todas mis batallas con los enemigos de la verdad no he empleado sofismas, sino que he luchado la buena batalla de manera frontal y directa.»

Calvino mantuvo su salario de cien coronas y rehusó aceptar más. Después de vivir 55 años, sólo dejó 300 coronas a sus herederos, incluyendo el valor de su biblioteca, que se vendió a gran precio. Cuando Calvino abandonó Estrasburgo para volver a Ginebra, quisieron darle los privilegios de ciudadano libre de su ciudad y el salario de un prebendado, que le había sido asignado. Aceptó lo primero, pero rehusó lo segundo. Llevó consigo a uno de sus hermanos a Ginebra, pero no se esforzó porque se le diera un puesto honorífico. Cuidó de la honra de la familia de su hermano, consiguiéndole la libertad de una mujer adúltera y licencia para que pudiera volverse a casar. Pero incluso sus enemigos cuentan que le hizo aprender el oficio de encuadernador de libros, en lo que trabajó luego toda su vida.

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